sábado, septiembre 26, 2009

¿Se desinfló el "No más FARC"?

Hoy se cumple un año de la histórica jornada en que millones de personas salimos en todo el mundo a exigir el cese de la violencia de la banda asesina. Y es una buena ocasión para reflexionar sobre lo que ha ocurrido desde entonces.

En primer lugar, la determinación de la sociedad de condenar sin paliativos los crímenes de ese grupo terrorista reforzó la moral de las fuerzas responsables de la seguridad de los ciudadanos. Eso sin duda tuvo alguna influencia en el acierto de la Operación Jaque y en muchos otros logros obtenidos por las fuerzas militares.

Pero una cosa es la voluntad de millones de personas razonables y otra la determinación de quienes han vivido siempre pensando en la forma de apoderarse de las riendas del Estado mediante la violencia: la prensa, cuyos dueños son a fin de cuentas los primeros empresarios del terrorismo, fingió apoyar la marcha cuando no había remedio, al tiempo que no vacilaba en intentar convertirla en la segunda parte de las marchas de 1997 por el diálogo. Tímidamente asomaban las sugerencias de que el objetivo de la marcha era el “intercambio humanitario”. Pero la gente no estaba para medias tintas y la prensa no tuvo más remedio que dar cuenta del hecho.

El bando fariano reaccionó rápido, con la obvia colaboración de la prensa, convocando marchas de desagravio con las que se pretendía equiparar a la tropa de la izquierda democrática con las instituciones legítimas. El resultado no fue el mismo, pero a fin de cuentas las fuerzas que maquinan a favor del terrorismo son ingentes y llevan casi un siglo conspirando para tomar el poder.

Tras el triunfo de la Operación Jaque pareció que los terroristas y sus patrones estaban desanimados, pero pronto encontraron el filón del Caso Tasmania y muchos otros para deslegitimar al gobierno que tanto daño les había hecho. El fracaso del trámite del TLC en el Congreso estadounidense, el triunfo demócrata en las elecciones en ese país y los desgraciados episodios de los asesinatos de inocentes para presentar resultados favorecieron el resurgir de la esperanza de los socios del terrorismo.

Se dice que Hugo Chávez obra con lógica de militar, que no renuncia a tomar la fortaleza tras un primer fracaso, sino que lo vuelve a intentar. La reelección indefinida ya fue rechazada por los venezolanos en 1999 y también en 2007. Le da igual, vuelve a proponerla hasta que la aprueben. Eso mismo ponen en práctica sus seguidores colombianos. Después de que el show de la liberación de Emmanuel fracasara, la senadora Piedad Córdoba volvió a ser protagonista de otro espectáculo de liberación de secuestrados, el cual sigue teniendo lugar estos días.

Desde el principio era evidente que se trataba de una operación propagandística para legitimar y alentar a los terroristas en busca de una recuperación que abriera el camino a la negociación política y echara por tierra el clamor de hace un año. Pero el respaldo de “la academia”, de la prensa y de los sectores políticos de oposición fue unánime. Aparte de las denuncias del presidente sobre el carácter de celada de la operación, no he leído ninguna denuncia ni crítica.

El espectáculo de esta semana es el de la mayor infamia: los esclavistas se permiten regalar unos esclavos a sus promotores a cambio de un gran protagonismo en la prensa que a fin de cuentas siempre los ha respaldado. La gente asiste impotente a la exhibición de poder y chantaje de unos sectores sociales y políticos que a fin de cuentas representan el poder tradicional en la sociedad. Aparte de ciudadanos aislados y del gobierno, no hay ninguna condena de la infamia de ese espectáculo.

Los mismos promotores de las marchas de hace un año están dedicados a favorecer el espectáculo con la maratón de firmas de apoyo a los secuestrados. Quien visite la página http://colombiasoyyo.org/ se enterará de que esas firmas son a favor de “la libertad y la reconciliación”, binomio que no deja de producir espanto y asco.

¿Es que alguien se podría proclamar contra la libertad? Ésta no requiere que la deseemos, sino que estemos dispuestos a hacer frente a quienes la coartan, que denunciemos el secuestro y la existencia de bandas de asesinos que pretenden anularla como la mayor amenaza.

Pero ¿cuál reconciliación? Parece que los familiares de la niña del barrio Fátima asesinada por una bicicleta bomba y de varios cientos de miles de personas que han caído por la ambición de una secta criminal y la complicidad de unos cuantos aventureros de las clases altas tuvieran que ir a pedir perdón a sus verdugos por no haber colaborado con ellos. El que cree que las víctimas deben “reconciliarse” con los verdugos es lisa y llanamente un cómplice.

La infamia de estos días forma parte del año electoral y es de algún modo el lanzamiento de una facción política aliada con las FARC que pretende unir al PDA, al “Partido Liberal”, a los visionarios de Mockus y a los pastranistas como alternativa al gobierno. El Gran Acuerdo Nacional requerirá infinidad de asesinatos para convencer a la gente de las ventajas de la paz. Los episodios de las últimas semanas, como los asesinatos de Roberto Payán, del Blockbuster de Bogotá o de Cali, son sólo el comienzo de esa campaña combinada de mentiras y crímenes.

Esa facción ya ha encontrado el apoyo más o menos expreso de los sectores mencionados, y en la medida en que diciendo que las FARC son “el ejército del pueblo” no conseguirán grandes mayorías, menos cuando el petróleo baja de precio y las posibilidades del mico de proveer recursos para comprar votos se reducen, lo que ocurrirá será que el uribismo resultará favorecido, al rechazar la mayoría de la gente la complicidad de esos sectores con las FARC.

Y eso no es una buena noticia. Viene a significar que el uribismo se vuelve un monopolio de la política, al no tener competencia legítima. Y la calidad de lo que producen los monopolios tiende a decaer. Tanto el peligro de corruptelas como de conductas políticas frívolas, ineptas o espurias se multiplica al no haber críticos que encuentren el respeto de los ciudadanos honrados.

Y a la larga el efecto de todo eso será mucho peor: la adhesión que encontraron los viejos comunistas y dirigentes de sectas totalitarias que firman la correspondencia con las FARC por parte de todos los grupos opositores terminará reforzando el peso de esa facción. Y la hegemonía del uribismo, que persiste en sus errores (como la continuación de la parafiscalidad o de la tributación a la importación de alimentos), hará que los descontentos empiecen a tomar partido por la disidencia o alternativa: por las FARC.

Ojalá que el presidente y quienes lo aconsejan se tomen en serio esa amenaza en el largo plazo y conviertan el alineamiento con las FARC de la oposición en una oportunidad para renovar la política. Primero deberían desistir del referendo y de la segunda reelección y correr el riesgo de lanzar al político mejor situado, Juan Manuel Santos, como candidato presidencial.

Y después desarrollando un programa político y un partido cuyas listas al Congreso en 2010 arrasaran al representar el rechazo al contubernio con los terroristas de las viejas mafias políticas y sociales (no otra cosa son la “academia” y los grupos económicos que controlan la prensa como medio de acceder al favoritismo oficial con sus negocios).

Pero no parece que vaya a haber tal.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 4 de febrero de 2009.)

domingo, septiembre 20, 2009

La aritmética de la primaria


Experiencias compartidas
Como es bien sabido, para poderse uno comunicar con otras personas es necesario que haya experiencias compartidas. De otro modo se corre el riesgo de que los demás no entiendan lo que uno quiere decir. Por eso espero que el lector de esta entrada recuerde lo mismo que yo y no se encuentre ante algo que desconoce y que tiene que imaginarse. ¿Cuántas veces hemos estado delante de alguien que para criticar al gobierno, o “el sistema”, o “el régimen”, exhibe como prueba el hecho de que el salario mínimo no es suficiente para pagar los gastos básicos de una familia o de una persona? Bueno, cada vez que se piensa en la historia reciente de Colombia se piensa en mafias políticas, bandas criminales, negocios gigantescos e ilegales, etc. Yo creo que los procesos mentales de las personas descritas antes son la verdadera tragedia y el reguero de sangre que ha quedado en las últimas décadas sólo es como un síntoma. Como si alguien se sorprendiera de que criaturas tan minúsculas como las bacterias de la lepra destruyeran de tal modo los tejidos de sus víctimas.

Paradojas rentables
Todo lo que tiene que ver con esos discursos, y con el triste corolario, la superación de la pobreza con un decreto que aumente los sueldos de los pobres, está lleno de increíbles paradojas (3. f. Aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera). Tantas que cuando uno piensa que en Colombia ese discurso es mayoritario en los ámbitos de discusión ya puede describir la vida colombiana, al menos la vida intelectual, como el retrato mismo de la barbarie: la idiotez como compañera increíble de la mala fe. La mentira abyecta y ridícula como recurso de un orden de esclavitud, humillación y despojo.

El amor por los pobres
Es muy extraño (pero visto desde el sentido común todo en Colombia es extraño y se trata de un país inconcebible de tantas cosas extrañas como hay) que los amantes de la justicia que lamentan la insuficiencia del salario mínimo no piensen en la gente que no alcanza a ganarlo: gente con alguna minusvalía o limitación, gente cuya edad ya la excluye de un empleo con el salario mínimo actual. ¡Todos los sufrimientos imaginables se atribuyen al “sistema”, y si aumenta el número de personas que no encuentran empleo porque se sube el salario mínimo más allá de las posibilidades de la economía, tanto mejor, más pruebas de la injusticia social del “sistema”! Los justicieros sólo tienen que mostrarse rebeldes con un “sistema” que no da suficiente, las soluciones son obvias: ¡las contiene la victoria!

El camino del bienestar
Pongamos que el salario mínimo colombiano consista en unos 250 dólares mensuales, y en términos generales lo que se puede comprar con eso es insuficiente para las necesidades de una persona o de una familia. ¿Cuánto sería suficiente? Unos mil dólares ya podrían representar algún bienestar, y cualquier persona sensata aspira a que el ingreso de la mayoría de los colombianos pobres alcance en pocas décadas ese nivel, y lo supere. ¿Están los descontentos habituales pensando en esa clase de crecimiento de la economía? Es lo que se le ocurriría a alguien que no los conociera. ¡Pero son casi unánimemente personas que aspiran a imponer el modelo cubano, personas que reconocen a los grupos políticos de la llamada “izquierda”, grupos que unánimemente proclaman su admiración por un régimen en el que la gente pobre se gana menos de 10 dólares al mes! Tanta rabia porque los 250 dólares no alcanzan, y después resulta que sólo es para tratar de llevar a la gente a ingresos de 10 dólares. ¿Cómo puede llegar alguien a tanta bajeza y falsedad? Es muy fácil de explicar: es en Colombia. La barbarie y el daño moral llegan a tal punto que todos los referentes racionales se pierden: se dice cualquier cosa con tal de... Ya se verá de qué.

Intelectuales ateos
Uno detecta todas esas maravillas y se siente terriblemente solo: ¿qué colombianos van a entender que todo eso es absurdo? Las personas que carecen de instrucción bajan la cabeza y reconocen su ignorancia, y las que proclaman eso son las instruidas. ¿Sirve de algo que uno diga que casi todos los que han pasado por una universidad en Colombia dicen eso? Es que ESO es lo que les enseñan. ¿Habrá alguien que se detenga siquiera a pensar si es o no eso lo que les enseñan? Ante la mala fe no vale ninguna argumentación: conozco a varios cientos de personas instruidas en universidades colombianas y TODAS dicen eso. También lo dicen los columnistas de la prensa y no hay lugar a equívocos: los bienes que aseguran el bienestar emanan de la Constitución. ¡Sólo hay que exigir que se cumpla! Todos estos intelectuales ateos desprecian cualquier cálculo económico, pues basta su buena conciencia y su rango superior a la realidad y a quienes gobiernan para que ellos y sus lectores se sientan bien.

Cuentas sencillas
No hay que complicarse mucho: tener estudios superiores en Colombia comporta olvidar la aritmética de la primaria. Por ejemplo, el PIB colombiano en 2008 fue de unos 250 millardos de dólares. Unos mil millones de salarios mínimos. Divididos entre 45 millones de habitantes da unos 5.500 dólares. Un trabajador con el salario mínimo obtendría unos 3.500 dólares. Más o menos un 64 % del PIB per cápita. En contraste, el PIB estadounidense es de 14,33 billones, que divididos entre 303 millones de habitantes da cerca de 48.000 dólares anuales. Si se sacara el 64 % y se dividiera entre 14 pagas, daría algo más de 2.100 dólares mensuales. Lo que determina la insuficiencia del salario mínimo colombiano no es su relación con los ingresos de los empresarios, sino la pobreza del país. Sobre eso podría extenderse uno infinitamente: los mitos universitarios son sencillamente grotescos. La venta de Bavaria reportó 9.000 millones de dólares, que repartidos entre todos los colombianos habrían dado 200 dólares para cada uno. ¿Qué es lo que hay para repartir?

El drama de la desigualdad
Las personas instruidas en Colombia son sistemáticamente enemigas de la desigualdad, que les parece la peor tragedia. ¿Realmente preferiría una persona sensata que algún multimillonario no se fuera a Colombia con sus millones porque eso aumentaría la desigualdad? ¿Qué necesitan los pobres, resultar mejor comparados con los más ricos o aumentar sus ingresos? Pero se trataba de paradojas obscenas: se dice, por ejemplo, que el 20% más rico de la población en Colombia obtiene el 61% del ingreso mientras que el 20% más pobre obtiene sólo el 2,5%. ¿A qué grupo pertenecen las personas que viven indignadas con esa desigualdad? Pero ¿alguien recuerda que en Colombia la mitad de los empleados estatales están en el primer decil de ingreso? Los maestros, los abogados de la Procuraduría, los profesionales de la protesta, están entre el 20 % más rico. Propiamente, entre el 10 % más rico. Su clamor contra la desigualdad es contra sí mismos, claro que durante varias décadas su verdadera profesión ha sido la huelga para hacerse subir los sueldos, es decir, para aumentar la ventaja sobre los colombianos pobres, pero eso no los altera: ¿sabe alguien cuántas personas son sencillamente ricas gracias a lo que obtienen clamando contra la injusticia y la desigualdad? Por ejemplo, los magistrados, los funcionarios de agencias gubernamentales especializadas, los autores de informes que pagan generosamente las entidades públicas...

¿Para qué?
La pobreza en Colombia es sobre todo resultado del saqueo inclemente a que han sometido a las arcas públicas los descontentos con el “sistema” gracias al sindicalismo basado en el poder armado, el despilfarro monstruoso de recursos públicos en el incesante adoctrinamiento de asesinos en las universidades públicas, en el pago de prebendas a los beneficiados con la presión de las guerrillas comunistas y sus clientelas. ¿A qué viene pues la obsesión de los beneficiarios de la desigualdad que proclaman que el ingreso es insuficiente? Ellos sólo utilizan esos datos para descalificar al gobierno que ha permitido un crecimiento económico que no se recordaba en varias décadas, una reducción de la pobreza que no se había visto nunca (ver por ejemplo el resumen de la economía colombiana en el World FactBook: “Colombia's sustained growth has helped to reduce poverty by 20% and has cut unemployment by 25% since 2002). Pero ¿por qué tienen tantas ganas de cambiar el gobierno?

Es fácil: porque quieren asegurar su increíble ventaja respecto de los colombianos pobres y sufridos. La queja contra la desigualdad sólo tiene sentido por la voluntad de aumentarla, porque cualquier situación de paz, orden e imperio de la ley amenaza el dominio de esos grupos que viven de la política, de la protesta y en términos generales de la violencia. El cretinismo de sus cuentas sin sentido sólo muestra su absoluta ineptitud: en los países civilizados, la gente deriva sus ingresos del servicio que presta a los demás. En Colombia los poderosos parasitarios dependen del atraco que cometen contra los recursos comunes. Si en sus “universidades” aprendieran algo tal vez no tendrían que vivir de esa despreciable combinación de mentira y violencia.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 28 de enero de 20o9.)

martes, septiembre 15, 2009

Los colombianos por las FARC

En los últimos meses las portadas de la prensa colombiana han estado llenas de abierta propaganda terrorista con ocasión de la prometida liberación de seis secuestrados por las FARC gestionada por Piedad Córdoba y un nutrido grupo de profesores universitarios. La "generosa" iniciativa no podía dejar de contar con el respaldo editorial de El Tiempo y El Espectador. ¡No bastaba con la presencia diaria en las portadas, el compromiso tenía que llegar hasta los editoriales! ¿Alguna sorpresa en que las decenas de personas asesinadas por la banda terrorista en ese tiempo figuren decenas de veces menos que la prometida liberación?

Siempre se encuentra uno con lo que de verdad fascina y asquea de Colombia. ¿Qué se figuran los lectores de la prensa que mueve a los editores y editorialistas? ¿No se habrán dado cuenta de que TODAVÍA no han liberado a nadie pero sí han puesto de rodillas al gobierno, sometido al chantaje de resultar responsable del sufrimiento de los secuestrados si no cede a las presiones? Tal vez el camino al desarrollo, la paz y la prosperidad sea tan sencillo como ver lo monstruoso de todo ese juego. Es decir, lo monstruoso de la condición de tantos millones de colombianos dispuestos a colaborar, o a someterse o a desentenderse del asunto. No algo que ocurre en los montes ni en las oficinas de los mandamases de la prensa ni en los hoteles de lujo en que transcurre la vida de la senadora del turbante, sino en la mente de cualquiera.

El relato de la convocatoria es lo que se dice conmovedor: llena de buenas intenciones, la senadora llamó a varios personajes de tierna vocación humanitaria, como el biógrafo-hagiógrafo de Ricardo Palmera, la ex alcaldesa de Apartadó (que clamó por la libertad del citado Palmera y de Sonia) y algunos otros. ¿Qué podían hacer por los secuestrados? ¿Cuántas noches no habrán pasado esos angelitos sin dormir pensando en lo que podrían hacer para aliviar el sufrimiento de esas pobres personas y de sus familias? Algo había que hacer. Afortunadamente, la senadora se inspiró al estar reunida con gente tan generosa y ¡propuso escribirles a las FARC para que los soltaran! La incredulidad cundió, ¿serviría de algo? Los corazones compasivos vacilaban, pero al final se impuso la impaciencia por ver libres a esas pobres víctimas del conflicto armado y se tomó la valerosa decisión de escribirles a las FARC.

Uno escribe esas cosas con la extraña certeza de que a los colombianos les parecerán los desvaríos de un loco. ¿A quién se le va a ocurrir que la prensa del señor Santodomingo, en especial, esté colaborando con los terroristas, con su legitimación y con su chantaje a la sociedad? Ser colombiano es estar sometido a percepciones superiores a la evidencia de los sentidos. Unos graciosos de un blog escriben una parodia de un post de Atrabilioso en el que se menciona a la prensa y a las universidades como aliadas de las guerrillas. ¡Qué ocurrencia! El señor Santodomingo es capitalista, por tanto de derecha, la guerrilla es comunista, por tanto de izquierda, no pueden compartir intereses ni colaborar. Si uno comprueba lo obsesiva que ha sido la campaña de propaganda interesada a favor de las FARC en la prensa, sobre todo en el periódico de Santodomingo, sin duda es que tiene flojo un tornillo. ¡Qué ocurrencia!

Pero eso no es nada: ¡después publicaron otro editorial denunciando la política de incentivar las deserciones de guerrilleros que tengan rehenes! Eso les parece una forma de favorecer a los secuestradores. Más lejos todavía, el correspondiente profesor de la Universidad Nacional sale clamando contra esos "acuerdos humanitarios individuales", ¡carentes de base jurídica! Dios mío, ¡un obstáculo para una negociación humanitaria! ¿Qué piensan los lectores de esos editoriales y del escrito del señor Uprimny, que hasta magistrado fue? Lo único que importa y cuenta es la percepción de cada uno. ¡Es tan descarado el interés por obstaculizar una política que debilita a la banda asesina que hace falta ser un canalla de la misma categoría para no verlo!

Pero la prensa colombiana es ante todo una máquina de propaganda del terrorismo. Por cada crítica que se hace a los políticos que cobran las masacres hay varias decenas de defensas y de falacias justificativas. Si Mauricio Vargas lamenta que la oposición no tenga un discurso contra las FARC, por ejemplo condenando la masacre de Roberto Payán, al día siguiente aparece la correspondiente defensa, reivindicando un comunicado del PDA en el que con toda claridad se protesta contra las FARC por no disparar con puntería contra los policías y se aprovecha para cobrar la masacre en términos pacifistas. (Bueno, el líder de la universidad colombiana, Alfredo Molano, también clamaba porque se trasladaran las estaciones de policía fuera de los pueblos).

En últimas, ¿qué es lo que se escriben los creadores, promotores, propagandistas y valedores de las FARC con su tropa? Al parecer, en Colombia sólo se puede leer eso cuando se es cómplice. No recuerdo ningún comentario sobre esa correspondencia. A pesar de la fatiga que sufrirá el lector a estas alturas, vale la pena detenerse un poco en esas perlas para entender a qué juegan los ¡Colombianos por la Paz! Bueno, no tiene ningún misterio: se trata de promover a la banda terrorista y permitirle figurar ahora que ha sido tan golpeada por el ejército y sobre todo por la población colombiana, que hace casi un año salió a clamar NO MÁS FARC. Con uno u otro pretexto, la correspondencia entre esos asesinos pretende ser como un conjuro: MÁS FARC. Así esperan mantener la moral de la tropa, no tanto la de los peones y sicarios de estrato 1, que a fin de cuentas sólo obedecen y a menudo no saben leer, sino la de los maestros, estudiantes, empleados estatales e intelectuales que siguen apostando por un régimen como el cubano en Colombia.
Bogotá DC., septiembre 11 de septiembre de 2008

Señores miembros del
Secretariado:

La solución de la crisis múltiple que aqueja a la sociedad y al Estado colombianos demanda una juiciosa reflexión así como la participación de los distintos sectores expresados en la sociedad civil y de aquellos actores comprometidos en el conflicto interno armado, social y político que agobia al país, con el objeto de evitar daños a la institucionalidad y propiciar la construcción de una democracia plena con justicia social y paz en la que quepamos todos.
[Es como es este mundo: ¡las FARC resultan posibles protectoras de la institucionalidad!, y como "sectores comprometidos en el conflicto ¡interno!, armado, social y político" (es muy interesante el orden), deben reflexionar a ver qué se hace para ¡propiciar la construcción de una democracia plena! ¿Qué democracia pueden ayudar a propiciar unos asesinos que pretenden imponerse a través del terror? Mejor, ¿quiénes son los asesinos? El interés de la carta de los patrones de las FARC es desde el principio legitimar a la banda asesina, que ¡no cabe en la democracia actual, carente de justicia social y de paz! ¿Quiénes son los asesinos? En lugar de pedir a los terroristas que se entreguen a la justicia, se los intenta legitimar como parte de la sociedad.]
En tal virtud, nuestra aspiración es la de trabajar por desbloquear los caminos que conduzcan a la concreción de un Acuerdo Humanitario que permita la liberación de secuestrados y prisioneros en poder de la insurgencia armada de las FARC y, al propio tiempo, la libertad de los presos de esta guerrilla bajo la jurisdicción del Estado.
[No podían decirlo mejor: su interés es cobrar el secuestro, pues ¿para qué se cometen los secuestros? No, no crean que para obtener la liberación de los asesinos encarcelados: los rehenes políticos son un estupendo recurso precisamente para que los socios de la prensa publiciten hasta lo inaudito las "razones" de los terroristas. ¿Por qué no aspiran a que los inocentes queden libres y los terroristas paguen por sus crímenes? Naturalmente, porque necesitan a la tropa para asegurarse rentas y ascenso social.]
Comprendemos que una alternativa diferente al entendimiento político para celebrar un Acuerdo Humanitario y facilitar una salida negociada al conflicto entrañaría el padecimiento de importantes sectores de la población, el inminente peligro para la vida de los cautivos que están en la selva, la degradación de la guerra, y el estímulo a la militarización y al autoritarismo y debilitamiento institucional del proceso político nacional.
[El chantaje es directo: si no se premia el secuestro, los cautivos la pagarán. ¡No hay alternativa, hay que ayudar a matar más gente porque de otro modo las víctimas van a sufrir más! Pero es peor, ¡se debilitarán las instituciones, no porque no se apliquen las leyes, sino porque se apliquen! ¡Pero eso está dirigido a los terroristas! ¿Qué son las instituciones? Cualquier cosa: los lectores de esa correspondencia, casi seguros partidarios del chavismo y demás, se sentirán aliviados de colaborar con la defensa de las instituciones, que no castigan el secuestro sino que lo premian, que no defienden los derechos de los ciudadanos, sino que reconocen a quienes los asesinan. ¿Quiénes son los asesinos? ¿Se ha dado cuenta el lector de que hasta ahora no hay ni una sola palabra de las FARC? Es que no hay ninguna diferencia entre esos angelitos y su servicio doméstico armado, más allá de la labia pomposa y la ropa cara.]
El escalamiento de la confrontación ha desbordado la geografía nacional e impacta territorios de países hermanos con diversos hechos de violencia institucional que han puesto en dificultades las relaciones diplomáticas de nuestro país.
[Esto parece referirse a la muerte de Luis Edgar Devia: los pacifistas de buen corazón y liberadores vocacionales están preocupados por el daño que se hace a las relaciones diplomáticas de nuestro país. Obra, claro está, del "escalamiento de la confrontación", naturalmente atribuible al gobierno. ¡No es que una banda de asesinos pretenda imponerse mediante el terror sobre los ciudadanos, sino que hay una confrontación que no han querido resolver! En realidad el retroceso de los comunistas en Colombia parece ser ante todo el agotamiento de las falacias con que llevan varias décadas intoxicando el ambiente. Todas las mentiras del trust Münzenberg parecen formar parte de una pesadilla recurrente, de un dejà vu asqueante y fatigoso. Da lo mismo que todos los días tengan Noticias 1 y varios periódicos dedicados a divulgarlas, basta un poco de humanidad y sentido común para no secundarlas. Por eso se mantiene la popularidad de Uribe.]
No obstante, tenemos la certeza de que los presidentes y jefes de Estado de pueblos hermanos en el hemisferio y de los denominados países amigos europeos concurrirán de manera solidaria a apoyar los procesos de diálogo que estamos proponiendo.
[Cuando Piedad Córdoba tuvo la feliz idea, ¡no sospechaba que fuera a contar con tan generosos apoyos! ¡Nada menos que de los pueblos hermanos y de los países amigos! ¿Alguien recuerda la cínica presión sobre el gobierno colombiano en tiempos del Caguán para que premiara a los terroristas? La prensa se inventó la designación "países amigos" para esos gobiernos y esos diplomáticos. Yo no puedo entender que la gente distinga mucho a esa gente de los terroristas. Sin esas presiones, miles de personas se habrían salvado del secuestro y del asesinato en esos años. Ni hablar del apoyo de Chávez a las FARC, incluso poniendo una fábrica de fusiles de los que necesita la banda asesina. ¿Cómo no va a apoyar a los filántropos que hacen lo inimaginable para buscar la libertad de los secuestrados?]
Por las razones expuestas y con el ánimo de emprender desde ahora la búsqueda de soluciones a favor de la paz de Colombia y el sosiego de los seres humanos afectados por el conflicto, de manera cordial los invitamos a desarrollar un diálogo público a través de un intercambio epistolar mediante el cual ustedes, nosotros y en general la sociedad colombiana, podamos identificar los elementos que permitan definir una agenda que esclarezca las rutas en las que sería posible un entendimiento, en aras del anhelado acuerdo humanitario.
[Ya tenemos dos partes de la sociedad colombiana, el resto existe, "en general", ¡y puede participar en el intercambio epistolar, no faltaría más!, a ver si entre todos cobramos el secuestro y hacemos realidad ese anhelo del intercambio humanitario. Ya los terroristas están legitimados, a partir de entonces, septiembre 11, sólo quedaba esperar a ver si los señores del Secretariado querían atender el llamado generoso de ese grupo de colombianos que han dedicado su vida a la revolución proletaria y ahora anhelan logros humanitarios, pues ¿para qué iban los guerrilleros a secuestrar a esa gente? El descaro no puede ser mayor, pero ¿qué papel tiene la prensa? ¿Qué despierta todo eso entre los demás colombianos?]
Consideramos que ya existe una apreciable corriente de opinión que favorece la promoción de factores contrarios a la solución armada y que está en condiciones de colocar los referentes apropiados para generar una controversia democrática sobre los temas de la paz y de la guerra en Colombia, con el fin de propiciar la convivencia pacífica dentro de una nueva ética social.
[Que a nadie le quepa duda: la corriente de opinión quiere promover "factores contrarios a la solución armada" que no sean el desarme de las bandas de asesinos, sino la rendición de la sociedad a ellos. ¿O qué ha ocurrido a partir de entonces? ¿Qué son realmente las FARC, en la descripción de estos angelitos? ¡Ellos sólo desean la convivencia pacífica dentro de una "nueva ética social"!]

Y tuvieron suerte, ¡las FARC les contestaron! Tan grande es la intolerancia que hay en el país, que nadie esperaba que las FARC atendieran a ese respetuoso llamado a la sensatez de unos colombianos que a las FARC les parecieron ¡Colombianos por la Paz! Los asesinatos posteriores son sólo la sombra de ese crimen, de esa manifiesta solidaridad con los asesinos de grupos privilegiados en la sociedad colombiana y de intereses perversos y mafiosos, como los del señor Santodomingo y los demás dueños de la Gran Prensa.
Montañas de Colombia, octubre 16 de 2008

Respetados Compatriotas:

Con beneplácito hemos recibido su misiva de septiembre que invita a explorar colectivamente caminos hacia la paz alejados del actual rumbo gubernamental de guerra perpetua que significa persistir en el imposible de una solución militar a los problemas políticos, económicos y sociales que subyacen en el cruento conflicto que estremece al país.
[Como quien dice, "hablando se entiende la gente": después de que los benefactores de las víctimas de ese conflicto mostraran el correspondiente (ése es el sentido de la "correspondencia") reconocimiento a los secuestradores, éstos se muestran felices de encontrar gente dispuesta a buscar la paz. ¿Alguien ha registrado ese reconocimiento en la prensa? No, no existe, es de lo más respetable que esos colombianos permitan a los terroristas decir que el problema es que el gobierno no los quiere premiar y que ellos representan a la población por encima de las urnas.]
Saludamos el florecimiento de una corriente de opinión que se aparta del falso triunfalismo y de los parámetros de la solución guerrerista a los grandes problemas nacionales. No dudamos del éxito de su gestión porque coincide con el sentimiento y el anhelo de paz de las mayorías.
[Ahí los asesinos de ropa cara que colaboran en la operación de propaganda de la banda de rústicos resultan designados representantes de las mayorías, al tiempo que les reconocen el "apartarse de la solución guerrerista": claro que TODOS los firmantes de la carta de reconocimiento a los terroristas eran los que presionaban por más masacres y más secuestros y más minas en tiempos del Caguán, pues siempre les parecía que el premio de impunidad que ofrecía el gobierno corrupto y venal de Pastrana era insuficiente y hacía falta más presión: casi todos los primeros firmantes serían los ministros y embajadores de un régimen fariano. Las FARC son sólo un pretexto de su ambición. ¡Claro que se apartan de la solución "guerrerista" pues a fin de cuentas son los adoctrinadores y promotores de las bandas criminales!: extrañamente no quieren que se las combata, claro, y los demás colombianos chupándose el dedo o dándoselas de vivos a ver cómo se hacen amigos de esos filántropos.]
Esta carta es ya el comienzo del Intercambio Epistolar que nos proponen para discutir en torno a la salida política del conflicto, el canje humanitario y la paz. Participaremos de cara al pueblo en un diálogo con amplitud y franqueza, sin dogmatismos, sin sectarismos y sin descalificaciones sobre los temas que sugieren. Es necesario esforzarnos en procurar la vinculación de la mayor cantidad posible de organizaciones políticas y sociales y de personas independientes.
[¡Bendito sea Dios, hasta las FARC son razonables y se prestan a ese amable diálogo de yo con yo! Y son hasta buena gente, no quieren dogmatismos ni sectarismos. Si les toca castrar policías delante de sus vecinos, o masacrar niños, no será por sectarios ni dogmáticos, pues ¿quién mejor que ellos para juzgar los valores de la gente?]
Nuestra disposición a explorar posibilidades hacia el canje humanitario y la paz con justicia social que es hoy el clamor y la necesidad más urgente y sentida de toda la nación, continúa invariable. La liberación unilateral de seis ex congresistas en el pasado reciente, entregados al Presidente Hugo Chávez y a la senadora Piedad Córdoba, buscaba crear condiciones y ambientes propicios al canje de prisioneros en poder de las partes contendientes. Este hecho es testimonio fehaciente de voluntad política.
[Lo dicho, ¿quién va a poner en duda su buena voluntad? Ciertamente, ya lo veremos, no lo harán los generosos colombianos por la paz. ¿Cuáles fueron los seis ex congresistas que soltaron? Pero, a ver, ¿quién les va a negar su derecho a hacerse voceros de "toda la nación"? La solidaridad de los socios políticos de esos asesinos sólo es posible por un daño moral generalizado, en otros países esa gente estaría en la cárcel.]
Muy respetuosamente sugerimos, para reforzar este nuevo emprendimiento, tener en cuenta la manifiesta disposición de la gran mayoría de Presidentes latinoamericanos para contribuir con sus esfuerzos en el proceso de intercambio humanitario y paz.
[Es parte del guión, sólo falta saber quién concibió realmente la correspondencia. Podría ser alguien de La Habana o de Caracas, aunque la retórica supuestamente refinada hace pensar en algún genio como Enrique Santos Calderón. ¡La respetabilidad de la gran mayoría de presidentes latinoamericanos legitima el secuestro y la admirable tarea de cobrarlo!]
La inmensa bandera de la paz con justicia social deberá ondear definitivamente, libre, bajo el cielo de Colombia. La guerra eterna contra el pueblo que nos quieren imponer para perpetuar la injusticia no puede ser el destino de la patria.

Reciban nuestro saludo cordial.

Compatriotas
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, octubre 16 de 2008
[Todos esos supuestos de la propaganda terrorista serán confirmados por los colombianos por la paz, pues de lo que se trata es de aprovechar la solidaridad de los medios y de tantas redes de antiamericanos en todo el mundo para promover la causa de los terroristas, entiéndase bien, para matar más soldados y policías y en últimas más civiles. También para secuestrar más gente, pues la única forma en que dejarán de hacerlo será derrotándolos y sometiéndolos a la ley.]

La correspondencia sigue. Esta vez contestan los benefactores de la humanidad.
Bogota DC., noviembre 27 de 2008
Señores Miembros del SecretariadoFARC-EP
Cordial saludo.

Su respuesta a nuestra carta nos ha estimulado por los contenidos de esperanza para la paz nacional y por el lenguaje acorde con el dialogo epistolar emprendido. Nuevos fenómenos conmueven hoy a la conciencia nacional. Sin ignorarlos, estimamos que ellos no nos deben apartar de la discusión crucial de la guerra y la paz en Colombia.
[Lo dicho, alabado sea Dios, contestaron, hay que agradecérselo y reconocerles esa amable disposición al diálogo.]
La divulgación sobre la práctica por parte de sectores de las Fuerzas Armadas de los crímenes contra la vida o ejecuciones extrajudiciales cubiertos bajo la denominación de falsos positivos y la purga en las filas del Ejército Nacional han puesto en evidencia el más reciente capítulo de la guerra sucia en Colombia. La escalada en el conflicto colombiano ha estado acompañada de mayor degradación. En ese contexto aspiramos a avanzar hacia un Estado moderno y democrático que permita alcanzar condiciones dignas para la vida en comunidad.
[Dolidos como están esos sabios bondadosos por los asesinatos de inocentes, ¿a quién van a poder quejarse aparte de quienes se muestran dispuestos al diálogo? Claro, a diferencia del gobierno nacional y de la mayoría de los colombianos. El alma desprotegida y en presencia del horror busca consuelo en quien la pueda comprender, ¿cómo ponerlo en duda?]
Estamos persuadidos de que la comunicación que ustedes declararon iniciada al responder a nuestra carta del 16 de septiembre del año en curso, tendrá sentido y logrará eficacia si se desenvuelve bajo el signo del intercambio concreto y transparente.
¡Claro! No hay como el diálogo. Ya verán cómo todo tiene sentido y "logra eficacia". El lenguaje absurdo y de comedia es el resultado natural de escribir una farsa en la que nadie cree, pero que permite reclutar apoyos entre la militancia del PDA y entre las clientelas mafiosas del samperismo.]
Creemos que la práctica del secuestro es de por sí inhumana y no se le puede defender sin que al mismo tiempo se ingrese en el terreno cenagoso donde campea la divisa del “fin justifica los medios”. Por ello de manera cordial pero sin rodeos, nos permitimos preguntarles si están dispuestos a abandonar de manera definitiva la práctica del secuestro. Al respecto hemos recordado un antecedente aportado por el Secretariado de las FARC-EP, entonces bajo el liderazgo de Manuel Marulanda Vélez y de Jacobo Arenas y respaldado conjuntamente por Raúl Reyes y Alfonso Cano el 28 marzo de 1984: Nos referimos al segundo apartado del “Acuerdo de la Uribe” en el sentido de abandonar el secuestro como arma política y económica. Esa toma de posición fue recibida con inmensa satisfacción por la opinión pública y en el corto plazo salvó del colapso al proceso de Paz que tenía poderosos enemigos. El asunto planteado tiene una estrecha vinculación con el espíritu del DIH y, en especial, con los convenios de Ginebra (Protocolo II).
[Todos nos conmovemos ante tan humanitarias y sensibles razones: ¡lo que no es tan inhumano es el asesinato de policías y militares y el intento de destrucción de la democracia colombiana! Los miles de secuestros cometidos desde 1984 quedan de un plumazo perdonados siempre y cuando las FARC se acojan al diálogo y se den cuenta de la noble intención de los pacifistas.]
Millones de personas en Colombia y fuera de ella no pueden alejar de la conciencia la imagen de numerosos colombianos que ven pasar sus horas y sus días en doloroso cautiverio, tanto en las selvas de Colombia como en las cárceles del Estado. Estimamos que en el orden de urgencias está en primer lugar el Intercambio Humanitario y que la búsqueda de condiciones realistas para convenirlo entre el Estado y la Insurgencia debe comprometer nuestros esfuerzos y los de ustedes.
[Hermosa equiparación entre los criminales presos y los niños, ancianos y demás personas inocentes "retenidas" para asegurar las rentas no sólo de las FARC sino de los firmantes de las misivas. ¿Quién iba a ser el portavoz de esas personas dolidas sino el grupo de habituales propagandistas de las FARC que obran en la impunidad gracias a que en Colombia hay libertades que bajo las FARC serían inimaginables.]
En ese sentido, el aporte de elementos explícitos a la discusión por ustedes, corresponderá a las palpitantes preocupaciones de la opinión nacional e internacional. Por lo tanto les sugerimos que de cara a un eventual Intercambio Humanitario, se sirvan avanzar en algunas reflexiones conforme a las cuales se pudieran diseñar -en su carácter de organización- escenarios en donde sea posible plantear y debatir con la sociedad alternativas políticas para encontrar una senda transicional hacia una sociedad justa y equitativa.
[Lo dicho, el sufrimiento de los retenidos en cárceles y selvas despierta en esas nobles personas el anhelo de una sociedad justa y equitativa, hermosa tarea en la que no podían dejar de participar las FARC.]
Una ola de optimismo sobre la renovación democrática del mundo alcanza hoy a pueblos y países. Los vientos no soplan a favor de las tendencias y gobiernos que alientan las guerras. Sentimos que ese clima internacional es favorable a todos aquellos que en Colombia trabajan sin vacilación por una salida política a la confrontación bélica interna.
[No faltaría más: como siempre, el problema son los gobiernos que alientan las guerras, no los asesinos que intentan imponerse sobre los ciudadanos.]
En la mayoría de países de nuestro continente han accedido a la dirección del Estado movimientos y figuras comprometidas con el cambio social, la inclusión étnica, la ampliación democrática y el desarrollo de políticas internacionales independientes. Creemos que en ellos la Paz de nuestro país cuenta con incondicionales aliados.

Las perspectivas, ciertamente diferenciadas que estos gobiernos ofrecen, representan sin duda un interesante y alentador horizonte político.

Con nuestros mejores deseos esperamos a la mayor brevedad su respuesta a esta nueva carta. Atentamente,
[La mentira ya hastía porque todo el mundo ha oído hablar de Orwell: si Chávez apoya a las FARC y Rodríguez Chacín las alienta a seguir matando, eso es en aras de la paz. La Paz es la Guerra. No faltaría más.]

Nueva ocasión para que los terroristas se muestren como los defensores de la paz que les piden sus propagandistas urbanos. Aunque, la verdad es que las FARC no llegan al cinismo de los asesinos que les hacen de consultores y se pasan la vida en hoteles de lujo gracias a los secuestros y masacres.
Montañas de Colombia, diciembre 17 de 2008

Señores
COLOMBIANOS POR
LA PAZ
Bogotá

“Aun cuando sean alarmantes las consecuencias de la resistencia al poder, no es menos cierto que existe en la naturaleza del hombre social un derecho inalienable que legitima la insurrección.” SIMÓN BOLÍVAR

Compatriotas:

Con esta reflexión del padre de nuestras repúblicas, el Libertador Simón Bolívar, -que ayuda a comprender preocupaciones colectivas- damos continuidad al intercambio epistolar respondiendo a los temas planteados en su misiva del 27 de noviembre.
[Ya es una vieja costumbre: cuando la indignación nacional con las infinitas atrocidades de esos asesinos empezó a subir, el inefable Alfredo Molano, previsiblemente uno de los primeros firmantes de la carta, salió a decir que era lo mismo que se decía de Bolívar. Pero en Colombia el crimen es ser pobre, indio o de regiones remotas. ¿A quién se le va a ocurrir que Molano, beneficiario de sueldos de varias decenas de salarios mínimos y de cargos diplomáticos para su familia gracias al interés de paz de los gobernantes vaya a ser más responsables que los pobres niños que castran policías?]
Compartimos con ustedes que la discusión sobre la guerra y la paz en Colombia no puede ignorar fenómenos que estremecen hoy la conciencia nacional. Los denominados eufemísticamente “falsos positivos” –que debieran llamarse asesinatos de civiles no combatientes ejecutados por el Estado- son, como ustedes acertadamente lo perciben, manifestación dolorosa de la guerra sucia que vive Colombia. Constituyen un espeluznante grito de victoria de la “seguridad democrática” del presidente Uribe que siempre midió el éxito de esa política –en su componente militar- en litros de sangre.

No puede considerarse como hecho aislado lo que obedece a una directiva puntual del Ministerio de Defensa y de la Presidencia, repetida sistemáticamente a nivel nacional en todas las guarniciones.
[Lo sabía, lo sabía: ¿quién va a conmoverse más por los asesinatos de inocentes que estos benefactores del género humano? ¿Eh? Cuando algunos canallas con sueldo militar dejaban de cumplir su misión de capturar a los firmantes de la correspondencia y se dedicaban a engañar a los colombianos honrados que esperamos que los capturen, les infligían el mayor daño en sus nobles sentimientos. De verdad que el espectáculo de estos criminales es tan atroz como las innumerables masacres de inocentes que han cometido, o que han alentado.]
Es imposible desvirtuar que los miles de civiles asesinados para ser presentados noticiosamente como guerrilleros muertos en combate, lo fueron por el estímulo de los ascensos y recompensas ofrecidas desde el gobierno a los militares. Así como es un hecho destacable, el que después del conocimiento público sobre semejante genocidio, el Ministerio de Defensa no volvió a publicar sus abultadas cifras de "muertos en combate" con las que sustentaban su fantasiosa "derrota de la insurgencia" y el "fin del conflicto". La conciencia de la nación debe impedir que este tipo de crímenes de lesa humanidad que implican al Estado, terminen en la impunidad. La destitución de algunos altos mandos militares por tales hechos debe ser complementada con una responsabilidad penal, lo que muy seguramente, llevará que las cortes y los tribunales de los pueblos sienten a la "seguridad democrática" - desarrollo de la fascista doctrina de la seguridad nacional - en el banquillo de los acusados.
[¿Quién va a tener derecho a hablar de impunidad más que los que la combaten? ¿Eh?]
Tal como lo aprecian ustedes, la escalada del conflicto -que tiene relación directa con la injerencia creciente del gobierno de los Estados Unidos en el conflicto interno de Colombia- ha estado acompañada de una mayor degradación. Algo debemos hacer para desembarazarnos de esa maldición que pareciera perseguirnos desde la destrucción de la Colombia de Bolívar y de su gran obra legislativa concebida de cara al bien común.
[Lo dicho, ¿para qué es la correspondencia? Para que los asesinos puedan erigirse en jueces. Pero eso con el entusiasta apoyo de la prensa. Un apoyo que en el caso de los columnistas es casi por completo unánime.]
Desde las medianías del siglo pasado la degradación acicateada por el Estado no cesa de crecer en espiral. Los mismos métodos brutales que segaron la vida de 300 mil colombianos en la década del 50, ahora más refinados, siguen victimizando a la población, descuartizando con motosierras, enterrando en fosas comunes, desplazando a millones de campesinos para apoderarse de sus tierras, “empapelando” jurídicamente a ciudadanos, hasta alcanzar el nivel de barbarie de los “partes positivos”.
[Es cuando uno entiende por qué tienen que tener a tantas personas en "cambuches" miserables vigilados por niños que en caso de desobedecer tendrían que comerse a su familia o serían automáticamente fusilados. ¡Es que se oponen a la barbarie!]
Recordamos la respuesta del comandante de las FARC Manuel Marulanda a una pregunta sobre humanización de la guerra: “la mejor manera de humanizar la guerra es acabarla”. Hoy seguimos teniendo la misma percepción, y para ello es indispensable el cambio de las injustas estructuras.
[Se nota que los jefes de las FARC leen a Antonio Caballero: lo mejor es acabar la guerra, para lo cual los ciudadanos deben reconocer a esos asesinos como sus amos.]
Celebramos que su alusión a los prisioneros de guerra, esté desprovista de ese “humanitarismo tuerto” diseminado por los medios, que ve a los prisioneros de un sólo lado, ignorando que se trata de dos partes contendientes. Este enfoque ayuda a la búsqueda de una solución realista del problema, para lo cual reiteramos nuestra determinación y voluntad de alcanzarla.
[El mentado diálogo de yo con yo: la operación propagandística se vuelve fastidiosa por lo previsible.]
En este esfuerzo colectivo, es importante avanzar en la identificación y precisión de los temas objeto de nuestras reflexiones para ganar certezas en la búsqueda de soluciones. Por ejemplo: en un conflicto armado y social como el que vive Colombia desde hace más de 40 años, integrantes de la fuerza pública debidamente armados, entrenados y uniformados combaten diariamente, de distinta manera y en diferentes escenarios, con la guerrilla revolucionaria, presentándose bajas de parte y parte, como ocurre en toda contienda bélica. Finalmente una de ellas obtiene la victoria y toma prisioneros de la parte contendiente. Eso ha ocurrido, ocurre e inevitablemente seguirá ocurriendo, aquí y en todo el mundo mientras persistan los conflictos. Ese tipo de capturados, son prisioneros de guerra. Esa es su categoría dentro de la confrontación. Salvo que se pretenda, como en el caso del gobierno de Álvaro Uribe, negar la existencia del conflicto.
[Lo interesante de todo este párrafo es que es exactamente la misma retórica de la inmensa mayoría de los columnistas y editorialistas: "negar la existencia del conflicto" significa que una banda de asesinos no es equivalente a un Estado legítimo y reconocido por sus ciudadanos en elecciones libres. Y por lo tanto, "admitir la existencia del conflicto" significa legitimar los asesinatos de las bandas armadas y hacerlas equivalentes a las instituciones reconocidas por los ciudadanos. Es que "el conflicto", los asesinatos de las FARC y el ELN, son el negocio de quienes "admiten la existencia del conflicto", es decir, de los grupos poderosos de la sociedad colombiana que pretenden imponer un régimen como el cubano y congelar así el orden social, aparte de asegurarse rentas perpetuas y puestos de mando.]
La propuesta de Manuel Marulanda Vélez al congreso de aprobar una ley permanente que deje abierta la posibilidad del canje, cobra plena vigencia en estas circunstancias. Evitaría un cautiverio prolongado y doloroso. En este mismo sentido y con implicaciones de muy diversos órdenes, hemos planteado en diversas oportunidades la conveniencia de un reconocimiento de las FARC-EP como fuerza beligerante. Se presenta también la retención de personas con algún tipo de representación política, que han tomado partido involucrándose abiertamente a favor de la guerra y en crímenes contra sectores populares, vinculados con el militarismo y el paramilitarismo como lo demuestra todo el proceso de la parapolítica, o, que con sus acciones, golpean al pueblo, al tesoro o los bienes públicos. Estos, ante la ominosa impunidad del régimen y en la lógica de los de abajo, deben responder por su conducta. Y se da también el fenómeno de la retención de personas con objetivos económicos que tiene múltiples autores: policías, militares, DAS, paramilitares, delincuencia común y miembros de la insurgencia. En la responsabilidad que nos cabe y, entendiendo las dificultades que ello nos acarrea, nos hemos hecho esta reflexión: ¿cómo se financia una confrontación como la colombiana? ¿Cómo lo hace, por ejemplo, el Estado? decreta cargas impositivas generales, Impuestos de guerra, aportes de las empresas trsnacionales, entre las que se destacan: BP, Chevron- Texaco OXI, Drummond, Chiquita Brand, Repsol, Monsanto, Cocacola, etc.; pero fundamentalmente financia la guerra con ayuda económica, militar y tecnológica del gobierno de los Estados Unidos. Colombia es el primer receptor de esta "ayuda" en el hemisferio, la cual se paga con soberanía. El prominente sociólogo estadounidense James Petras estima que Washington ha invertido en el plan Colombia más de 10 mil millones de dólares en los últimos 6 años. Es una desproporción de recursos económicos y de medios para una guerra Injusta contra un pueblo.
[Definitivamente, los miembros del Secretariado leen El Espectador: el lamento por la imposibilidad de financiar legalmente la guerra justa del pueblo ya lo había expresado Alfredo Molano. La ley permanente de canje pretende asegurar la impunidad de los terroristas, pues siempre se podría secuestrar gente para forzar la libertad de quienes la masacran. Pero ¡era para eso la correspondencia! El problema es la condición moral de los colombianos, pues ¿habrá alguien que ignore que la correspondencia era para eso? Si no hay una corriente de indignación contra el cinismo de estos asesinos "corresponsales" es por la misma razón porque hay secuestros, porque la gente está siempre más cerca del abusador que de la víctima.]
En el espíritu de minimizar el impacto sobre los no combatientes, las FARC expidió la Ley 002 sobre tributación, que cobra un impuesto para la paz a aquellas personas naturales o jurídicas cuyo patrimonio sea superior al millón de dólares y que solo en última instancia contempla el recurso de la retención.
[También era previsible que la queja por los secuestrados serviría para presionar a favor de la Ley 002. En realidad, ¿alguien duda que es el verdadero motivo por el que tantos sicarios morales se dedican a calumniar al gobierno en los foros de la prensa?]
La guerra a medida que se generaliza produce efectos dolorosos y no deseados. Con franqueza les comentamos que no está dentro de nuestro ideario ni en nuestros principios la eternización de estos métodos. De hecho, lo hemos manifestado estando inmersos en diálogos que buscaron la paz con anteriores gobiernos, como bien lo resaltan en su nota. Los temas de esta misiva son más que oportunos para sugerirles lo importante que sería abrir un amplio debate sobre la situación de miles de presos políticos encarcelados luego de redadas masivas utilizadas como táctica para atemorizar y disuadir el apoyo popular a las fuerzas insurgentes. Son millares los ciudadanos acusados de rebelión y terrorismo a través de montajes de la inteligencia militar y del pago de jugosas recompensas. Esta reflexión colectiva debería incluir también la desaparición forzada de personas, la más aberrante forma de secuestro existente ejecutada por el Estado, y que a la pérdida de la libertad agrega la pérdida de la vida luego de espantosas torturas y en medio de la mayor impunidad.

Finalmente, nos piden ustedes, de cara a un eventual intercambio humanitario, avanzar en algunas reflexiones acerca de cómo "diseñar" escenarios en donde sea posible debatir con la sociedad alternativas políticas para encontrar una senda transicional hacia una sociedad justa y equitativa".

Al respecto estamos proponiendo a través del manifiesto de las FARC-EP y de la plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia (documentos adjuntos), un encuentro de las fuerzas políticas y sociales interesadas en el cambio, que nos permita delinear de manera consensuada un gran acuerdo nacional hacia la paz, para construir colectivamente alternativas políticas a la guerra y a la injusticia social. Estamos seguros que a nosotros y a millones de Colombianos nos gustaría ver florecer un nuevo gobierno, producto de ese pacto social, que convoque al diálogo de paz con participación de las organizaciones políticas y sociales del país, que lleve sus conclusiones a una asamblea nacional constituyente, para que el tratado de paz así logrado, tenga además, sustento constitucional.
[En este párrafo se anuncia el verdadero sentido de las supuestas liberaciones y de la campaña de los medios: lanzar con el chantaje de la paz un movimiento al que se sumarán, sin la menor duda, tanto el PDA como los visionarios de Mockus (Hernando Gómez Buendía, cabeza de lista al Congreso de ese grupo, es uno de los primeros firmantes), al igual que los "liberales", sometidos a Piedad Córdoba. No es raro que la prensa del magnate que multiplicó su fortuna gracias a Samper esté tan ilusionada con el diálogo.]
Como muestra fehaciente de la voluntad que nos asiste y como gesto que apunta a generar condiciones favorables al canje humanitario, anunciamos la próxima liberación unilateral de seis prisioneros en dos etapas. Estos serán entregados a ustedes, como "colombianos por la paz de Colombia" en cabeza de la senadora Piedad Córdoba. Primero serán liberados tres agentes de policía y un soldado, y a continuación, el señor Alan Jara y el di*****do Sigifredo López. Las condiciones de modo, tiempo y lugar serán precisadas en su debido momento.

Reciban nuestro saludo cordial.

Secretariado del Estado Mayor
Central de las FARC-EP

Montañas de Colombia, diciembre 17 de 2008
[Y al cabo de un mes sólo hay titulares y más titulares y abierta promoción en la prensa de la tarea de los terroristas y velada solidaridad de todos los críticos supuestamente razonables del gobierno. Y la gente de bien debe estar atenta, porque con los recursos venezolanos, más los que obtienen los terroristas del secuestro y el tráfico de cocaína, las maquinarias "liberales" y las clientelas sindicales sometidas al PCC, es decir, a las FARC, podrían poner un presidente de ese "Gran Acuerdo Nacional", anunciado hace más de un año por personajes como Eduardo Posada Carbó y respaldado expresa o tácitamente por los diversos portavoces de la oposición. El que tenga dudas acerca de todo eso sólo tiene que leer a León Valencia, que incluye a Fajardo entre los renovadores, o las proclamas de apoyo a los Colombianos por las FARC de personajes como Luis E. Garzón.]

Publicado en el blog Atrabilioso el 21 de enero de 2009.)

viernes, septiembre 11, 2009

De la mala fe

En un texto sobre la mayéutica, el método pedagógico socrático, Estanislao Zuleta explicaba que a fin de cuentas la tarea de educar no se puede concebir como simplemente llenar algo que estaba vacío, pues nada sería más fácil. Más que de proveer respuesta a las preguntas del educando, se trata de remover las respuestas falsas con que está provisto, que en el lenguaje de Platón era la doxa (opinión) y que hoy llamaríamos ideología o prejuicio. Puede que en ese planteamiento falte otra posibilidad: la de que la ideología u opinión prejuiciada y errónea de la otra persona se deba a la mala fe, a la resuelta disposición a mentir que caracteriza a alguien movido por intereses espurios o aun por la certeza de que esas mentiras le proporcionan ventajas.

Esa disposición de mentir sólo tiene un recurso cuando se ve confrontada: la violencia y la intimidación. De eso quedó constancia en el microcosmos de la blogosfera colombiana con el episodio de los blogs borrados, ocasión en que los editores de la revista virtual Equinoxio llenaron muchos blogs con insultos y amenazas (“¡te vamos a matar, comunista hijueputa, vivan las AUC”) firmando como “Jaime Ruiz”, y después, en alianza con un profesor de periodismo de la Universidad Externado de Colombia combinaron el phishing con otros recursos de ingeniería social para borrar los blogs de personas que no conocían nada de lo que ocurría en Colombia, otra vez firmando como “Jaime Ruiz”.

Es sólo un caso que muestra la disposición de la universidad colombiana, en la que la productividad de sus investigadores y maestros es absolutamente nula (nadie ve obras científicas de autores colombianos en ninguna librería de otro país, ni se puede decir que haya muchos profesores colombianos en universidades de otros países, al tiempo que los locales a duras penas consiguen ir un poquito más allá de la habitual recitación de las consignas farianas). Sólo se trata de asegurar pretextos para la dominación que ejercen las personas relacionadas con esas clases altas.

En términos generales, para poder decir que se sabe o se conoce algo hay que hacer frente al problema de la verdad. ¿Hay asertos verdaderos y falsos o no los hay? En el medio de la universidad en Colombia lo único verdadero que hay son los sueldos de los profesores y el miedo que experimenta quien de algún modo los incomode. Ni el mismo presidente puede hablar en unos tristes adoctrinaderos de asesinos en los que cualquier idea es algo tan extraño como un strip-tease en una ermita.

Ya en una ocasión expliqué cómo la universidad colombiana es incapaz de responder en términos de verdadero o falso a cualquier cuestionamiento a la ideología que imparte. He aquí otro caso que lo explica a la perfección.

El bajista del grupo británico Blur, Alex James, hizo un documental en Colombia sobre la industria de la cocaína. Es algo que resulta muy recomendable ver, más allá de las intenciones o del planteamiento del músico. En varias ocasiones aparece entrevistado un asesino a sueldo, un joven colombiano que parece bastante normal y que razona con mucha más lucidez y sindéresis que la mayoría de los doctores en ciernes. ¿Qué opinaba ese joven, que moriría antes de que se terminara de filmar el documental, del tráfico de cocaína? Pues dijo que la mayoría de la gente en la calle pensaba que dado que los estadounidenses explotaban a Colombia era justo que al menos una parte se quedara en manos de los colombianos. Esa explotación tenía que ver con la propiedad de la mayoría de las grandes empresas que hay en el país.

Y es cuando uno quisiera preguntar a cualquier persona que lea esto:

1. ¿Tenía razón ese muchacho en lo que decía, que la industria de la cocaína en gran medida existe porque la gente la justifica por antiamericanismo? Cuando uno le expone un pensamiento parecido a algún profesor o estudiante universitario colombiano debe llevar escudo o saber kárate para hacer frente a las puñaladas que le pueden venir. No hay que esperar ninguna respuesta de esos hampones.

2. ¿Es verdadero o falso que la idea de que las empresas extranjeras que se instalan en Colombia empobrecen al país ha sido durante el último medio siglo hegemónica en las universidades colombianas, y de ahí ha salido a toda la sociedad? Bueno, la idea de que la pobreza de unas naciones es el producto de la riqueza de otras.

3. ¿Es verdadero o falso eso?

Es tremendamente sencillo: la educación en Colombia consiste en imbuirse de mentiras disparatadas y criminógenas, pero uno no puede cuestionarlas porque desautoriza el orden social que provee rango y rentas fabulosas a quienes profesan esa ideología del crimen, y lo cometen, como el citado profesor y los malhechores de Equinoxio. La gente resulta halagada en su pereza y parasitismo con esa clase de “ideas” y ya todo recurso a la razón resulta superfluo.

Uno encuentra en los colombianos siempre toda clase de asechanzas pero nunca una discusión seria sobre las tres cuestiones enumeradas arriba. Ya no se trata de ideología, opinión o prejuicio, sino de un orden social basado en el despojo y la violencia: en el que cualquier recurso a la verdad resulta por completo disonante. Un orden social cuya única respuesta es el asesinato (las guerrillas son sólo mafias en cuya base están esos jovencitos sin esperanzas y en cuya cúspide están los mismos dueños de las universidades públicas).

Y esas mentiras que inventan y divulgan esos centros son la principal causa de las principales tragedias del país, como el tráfico de drogas.


(Publicado en el blog Atrabilioso el 17 de diciembre de 2008.)

domingo, septiembre 06, 2009

Referendo, reelección y reencauche

Tienen razón los que critican el dilatadísimo proceso de convocatoria de un referéndum que permitiría a Uribe presentarse a la presidencia una tercera vez. ¿Cuál es la tarea de los legisladores y de los líderes políticos que supuestamente representan a la mayoría? Uno espera que contribuyan a administrar bien el país y cree que ése es el sentido de sus cargos y de sus sueldos, pero no hace falta ser muy receloso para llegar a la conclusión de que sólo piensan en asegurarse el nombramiento y no en lo que hacen una vez lo obtienen.

Se trata de un juego político mezquino e innoble, y su principal causa es la absoluta falta de alternativa. Los pasos de la mayoría del Congreso y de los políticos que acompañan al presidente son tan desafortunados como los de quien tuviera unos zapatos varios números mayores que su talla. Las reglas democráticas suponen unos competidores que buscan el favor de los votantes con propuestas que les pueden resultar atractivas, y en esa competencia cada grupo encuentra sus límites y ajusta sus pretensiones. Pero las condiciones de la oposición y el contexto internacional determinan que eso no se dé: lo que da legitimidad al gobierno es la sensatez de sus presupuestos (seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social), mientras que las propuestas de la oposición, enmascaradas con muchos pretextos deplorables, consisten en premiar a los terroristas y aliarse con Chávez.

Lógicamente, todos los políticos desearían ganarse el favor de los votantes representando sus aspiraciones, pero lo que se ha demostrado desde 2002, al menos, es que nadie se atreve a estar realmente en contra de Piedad Córdoba y Carlos Gaviria sin resultar estigmatizado y perseguido por los grupos de oposición, y de algún modo impedido para competir con el uribismo. Cada vez que un político o un grupo tienen que escoger entre su animadversión a Chávez y las FARC y su animadversión a Uribe, fatalmente, optan por lo segundo. Sería interesante preguntarse por la causa de eso.

Arriesgando una interpretación que ya me resulta más bien rutinaria, señalaré que se trata de “poderes fácticos”, de inercias, de una forma de persistir el viejo orden de castas que termina forzando la adhesión tanto al totalitarismo como a las bandas de asesinos que intentan imponerlo. Quien se proclame hostil a Chávez y condene sin paliativos a sus socios colombianos, tanto de Armani como de camuflado, tendrá automáticamente en contra a los amigos de García Márquez y de Santos Calderón, a los empleados estatales (cuya prosperidad es en gran medida el triunfo de tantos años de lucha de unos tristes rústicos remotos), a los usufructuarios de las universidades públicas (cuya tranquila misión también es fruto de esa lucha)... En resumen, a todas las clases herederas del mando en el orden tradicional.

Por eso es tan llamativo que César Gaviria sea incapaz de romper con la senadora que elogia a Tirofijo o Pastrana con los Vivero Paniza y demás corresponsales de Raúl Reyes. Por eso Mockus no denuncia las infinitas muestras de complicidad del PDA con las guerrillas ni desaprueba que quien encabezaba sus listas al Congreso firme la carta de Piedad Córdoba a las FARC, y en cambio se luce pidiendo la renuncia del presidente por el absurdo escándalo de Yidis Medina. Por eso la prensa supuestamente afín al Partido Conservador recita la misma propaganda de los medios de Santodomingo y demás. En definitiva hay unos títulos de propiedad (por ejemplo, sobre los medios de comunicación) y los tienen los que apostaron por imponer un nuevo orden legal aliándose con las FARC. Tendrían que nacer otra vez para encarnar la aspiración de la mayoría de los colombianos de acabar con esa guerra por el método obvio de negarse a premiar a quienes la hacen.

Esa inexistencia de una oposición leal a la democracia (es decir, opuesta a aceptar imposiciones de bandas criminales) es el mayor problema político que hay hoy en día en Colombia. Y también el mayor problema intelectual. Al no haber propuestas que no pasen por la alianza con los chavistas (y el reconocimiento de sus ONG y de las diversas instancias de poder que ostentan) y con las demás redes clientelistas, todo el ejercicio de oposición es la calumnia constante (tan rutinaria que realmente influyó en el retraso con que se hizo frente a los asesinatos de personas inocentes que se cometían para mostrar bajas guerrilleras), la explotación de cualquier circunstancia que genere descontento (al tiempo que se muestra respaldo a los agraviados de las pirámides que exigen que las dejen funcionar, se culpa al gobierno por no haberlas cerrado antes, al tiempo que se despotrica del TLC se critican los aranceles agrícolas, etc.) y la esperanza de que los intereses locales del nuevo gobierno estadounidense se traduzcan en un respiro para las FARC y una deslegitimación del gobierno.

Bueno: el último recurso de propaganda es el referéndum y la reelección. ¡De repente todos los que iban al Caguán a negociar el futuro del país con Tirofijo resultan los más escrupulosos defensores de las formas democráticas! Ciertamente no es nada nuevo, ¿o alguien oyó alguna vez que algún magistrado de alguna alta corte pensara en suprimir el despeje? Sencillamente el orden legal surgido de la Constitución del 91 había llegado a tal punto que el secuestro y el asesinato en masa eran legales y una forma eficaz, correcta y respetable de aspirar a los cargos públicos. De esa costumbre y de ese país les vienen a los opositores sus aires de demócratas exigentes.

Pero por tal pasan ante gente de otros países o gente que no recuerda todo lo que pasó hace una década. Y la verdad es que el peor efecto de la campaña del referendo y la reelección es ése, que esa gente resulte legitimada. Que en lugar de una mayoría social deseosa de vivir en un país ordenado y libre enfrentada a una minoría de herederos del esclavismo y socios de la industria del secuestro resulte haber una muchedumbre confundida que sólo acierta a reconocer a su caudillo, el cual sólo escucha a su camarilla próxima o a los caciques políticos cuyas redes de corruptelas le aseguren la gobernabilidad. Y que por cuenta de todo eso la minoría parásita que desde hace décadas usufructúa los asesinatos que cometen las tropas de niños sometidos a la secta totalitaria se pueda presentar como defensora de las formas que en cualquier parte definen a la democracia.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 10 de diciembre de 2008.)

martes, septiembre 01, 2009

Herederos naturales

Hay temas constantes de las columnas de opinión en Colombia. Uno de ellos es la rutinaria condena de la guerra contra las drogas, que tiene por fin y por efecto convencer a algunos incautos de que sólo hace falta elegir a algún gobernante bien dispuesto que decida legalizar la producción de cocaína y heroína, con lo que se acabarían los problemas. Otro tema habitual es la condena de la religiosidad estadounidense, y de toda la religiosidad. Hay columnistas que parecen obsesionados con ese asunto, y la verdad es que pocas religiones llegan al nivel de ideologización y simplificación a que llegan los intelectuales colombianos y su tropa de seguidores. La diferencia con los religiosos, sobre todo con los religiosos estadounidenses, está en el fruto de sus certezas.

Ateos y antirreligiosos
Una persona atea concibe a Dios como una creación humana. Eso no quiere decir que considere el fenómeno religioso como algo condenable o nocivo ni menos que pretenda imponer a otras personas sus convicciones. La actitud antirreligiosa de los totalitarios (unas 8.000 personas asesinadas durante la guerra civil española por el mero hecho de pertenecer a la Iglesia católica) no es un producto natural de su ateísmo sino de su afán de dominación: no hay ámbito de la vida o de la cultura que no hayan pretendido controlar. La religión era particularmente un problema porque las convicciones de la gente sobre el origen o el sentido del universo y de la vida amenazaban la hegemonía ideológica a que aspiraban los nuevos amos. Aparte de algunas minorías políticas, los únicos que se opusieron a los nazis al precio de su vida fueron los miembros de comunidades cristianas heterodoxas. La conexión entre la persecución de la religión y otras persecuciones es algo que intentaré comentar más adelante.

Importancia de la religión
Los mitos religiosos son como el fundamento de cualquier construcción social. Ningún país moderno tiene otro origen. Pero la historia moderna, la de la expansión de Europa y su herencia es particularmente una historia religiosa. Fue Lutero con su defensa del libre examen quien abrió las puertas a la alfabetización masiva, que tantas ventajas significó en el desarrollo de los países del norte de Europa, hasta entonces mucho más atrasados que los del sur. También Calvino con su idea de la “predestinación” (pura adaptación del sentido común de los primitivos germanos, que no podían entender que vivir bien y con salud y holgura pudiera ser condenable para Dios) favoreció decisivamente la acumulación de riqueza de que surgió el desarrollo capitalista y todos los avances tecnológicos y científicos que nos alejan de la gente de la Edad Media.

Católicos y protestantes
Como ya he explicado, el protestantismo fue una rebelión de los pueblos del norte de Europa que no habían formado parte del Imperio romano ante la falsedad evidente de la conducta de los señores de la Iglesia de su época. Para evitar que los rebeldes atrajeran a todos los fieles, el catolicismo intentó renovar la fe y hacer hincapié en todos los aspectos represivos de su tradición. El fruto de la Reforma en el ámbito mediterráneo fue la Contrarreforma, y esta yihad está en la base de la cultura hispanoamericana. De ahí esa percepción generalizada de los sacerdotes más como inquisidores que como maestros de piedad y amor. De ahí también esa característica alergia a la crítica que define nuestra tradición más arraigada.

El bien como oficio
Una religión compartida durante siglos por una comunidad deja muchas huellas en el lenguaje, en la ideología, en los valores más profundos de la gente, aun en la organización social. El catolicismo de algún modo significó la transmisión a la Europa dominada por los germanos en la Edad Media de los valores antiguos: la preservación de muchas instituciones y costumbres romanas. En Hispanoamérica la esclavitud favoreció una exacerbación de esas características, como el desprecio del trabajo o el sometimiento a un gremio de profesionales del bien cuya tarea no depende de logros concretos sino de la relación con una autoridad superior, que casualmente reside en Roma. Lo tragicómico es que el furor anticlerical y más bien antirreligioso de los profesores colombianos es la pura continuación de la actitud de los inquisidores. El ateísmo sirve para los mismos fines para los que servía el catecismo en otra época. El gremio de sabios que no tienen que responder por lo que hacen y cuentan con rentas seguras gracias a su condición es idéntico, pero ahora lo que otorga superioridad es la condena de la religión. A eso hemos llegado.

"Democracias occidentales desarrolladas"
Un ejemplo de ese colombianísimo discurso es un escrito de un típico profesor de la Universidad Nacional, Mauricio García Villegas. Unas palabras de su entradilla remiten claramente al tema de este post:

NUNCA ANTES, EN UNA DEMOCRACIA occidental desarrollada, creo yo, un grupo religioso tuvo tanto poder político como el que tuvieron los cristianos evangélicos durante estos ocho años de presidencia de George Bush.
Al igual que ocurre con todos los logros tecnológicos o científicos, el desarrollo de las democracias occidentales se da por supuesto: como algo natural. A ese nivel grotesco llega la ideología de la clase dominante colombiana. ¿Cómo surgieron las democracias occidentales? Qué curioso, surgieron de los disidentes religiosos que salieron de Gran Bretaña y se asentaron en el Nuevo Mundo. ¿Habrá alguien que ignore que la religión siempre ha sido importante en la formación de ese país y que las instituciones de la democracia moderna se desarrollaron precisamente en ese medio religioso?

Amos a pesar de todo
Pues no: ni cortos ni perezosos los cómicos doctores del triste trópico resultan los veedores de la verdadera democracia, pues sus diplomas los autorizan, claro. ¿Puede faltar alguna otra prueba de la indigencia cultural que define a una sociedad como la colombiana? Los adolescentes caen fácilmente, gracias a la autoridad de sus profesores, en la seguridad de que Dios no existe y de que quienes siguen siendo creyentes son sólo menos listos que ellos. Pero el creacionismo se mantiene absolutamente idéntico: ningún estudiante de esos podrá explicar nada del origen del universo ni muchísimo menos del sentido de que haya habido algo como la religión, pues en su mundo estrecho (entre otras cosas precisamente debido a la herencia inquisitorial) no hacen falta preguntas como ésa. Ya con la fácil respuesta que les ofrece el nuevo clero tienen suficiente, no vaya a ser que les echen a perder la rumba. No es difícil notar que la persona más acendradamente “camandulera” está menos ideologizada que esos niños, sobre todo porque la religión en cierta medida la pone a salvo de adoptar la arrogancia y el atrevimiento de los ignorantes.

Palin y Ahmadineyad
El discurso de la prensa colombiana, es decir, la ideología de la universidad colombiana, tan tosca como los ideales de su brazo armado, se basa en el halago continuo a ese público pueril y de limitada curiosidad intelectual. Se crea un bando religioso y uno “científico”, al que se pertenece por pura adhesión a lo que predica el profesor. ¡Y de ahí sale una lindeza tan expresiva de lo que es Colombia como que Sarah Palin es equivalente a Mahmud Ahmadineyad! (aparece en el texto enlazado arriba). ¿Realmente se puede creer que un creyente de cualquier religión llega a tanta vulgaridad? Cuando yo era niño y le comuniqué a mi madre mi certeza de que Dios no existía ella me preguntó si entonces yo era igual que una mula o un marrano. Ahora compruebo que tenía razón, la pérdida de la religiosidad en un medio primitivo y a la vez corrupto puede llevar a una animalización espeluznante.

Religión con otro nombre
Según Octavio Paz, la religión es lo mejor y lo peor que ha creado la humanidad. En el caso del orden esclavista de Hispanoamérica la adopción de ideas ajenas a la religión sólo conduce a hacer hincapié en lo peor. ¿O es concebible algo más atroz que el intento de mandar a la gente pobre a matarse para asegurar el poder de unos cuantos sacerdotes metidos a caudillos políticos, como ocurre con la llamada Teología de la Liberación? ¿O hay algún criminal más cabalmente responsable de sus actos y más resueltamente dedicado a mandar matar gente que el jesuita Javier Giraldo? (Aunque todos los jesuitas colombianos deberían rendir cuentas por lo que hacen sus compañeros.) Del mismo modo, eso “peor” que hay en la religión lo ha heredado el totalitarismo, que en lugar de un mito milenario y una tradición rica como toda una vasta literatura y aleccionadora en términos morales (de Moisés a Francisco de Asís), ofrece la idolatría del Estado y del matón que lo dirige (aunque el ídolo legitimador haya muerto hace 180 años).

Objeto y efecto
A eso contribuye la campaña de la prensa y de la universidad colombiana contra la religión. A que la gente que nunca ha inventado nada ni producido nada ni menos ha honrado instituciones basadas en la rectitud moral resulte heredera de todo eso y escandalizada porque los que sí trabajaron e inventaron mantengan sus convicciones. Tal vez nada les haga tanta falta para resultar ministros vitalicios como la patética superioridad de sus alevines.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 3 de diciembre de 2008.)