martes, marzo 28, 2017

El pantano moral del uribismo

Por @ruiz_senior

1. Opinar y obrar

En Twitter me contestó el señor Fernando Alameda (@fernandoal1), hasta donde sé ligado al CD y al Centro de Pensamiento Primero Colombia, con un reproche que podría resumirse así: "una cosa es publicar opiniones y otra hacer política en la realidad". Le contesté explicando la idea de que el problema es el sentido de lo que se hace. Me parece necesario señalarlo: más importante que la seriedad o responsabilidad de una acción es su sentido. El problema de la actuación del uribismo respecto del gobierno de Santos no es su compromiso mayor o menor, sino su complacencia con la negociación de paz. No se contesta acerca de si esto está bien o mal descalificando a quien lo cuestiona. Lo que buscaba Alameda era descalificar cualquier cuestionamiento al apoyo del uribismo a "la paz" como "habladera de paja".

2. Propuestas

Al final me pregunta qué es lo que propongo. Pero si está claro en cada tuit que escribo: propongo rechazar toda la negociación del gobierno colombiano con los terroristas, movilizar a la sociedad para anularla y castigar penalmente a quienes la llevaron a cabo. Eso no es tan difícil si se piensa que los jefes de las FARC son reos de diversos delitos ante las autoridades estadounidenses, que podrían pedir su extradición, y que no sería muy difícil demostrar que han cometido muchos crímenes de lesa humanidad y llevarlos a la CPI. Sencillamente, el uribismo nunca se ha opuesto a dicha negociación ni ciertamente propone no acatarla ni deslegitimarla. No es que obren y no sólo opinen, sino que obran en el sentido opuesto al que debería tener quien se planteara defender la democracia. El lloriqueo por los crímenes de las FARC durante los años anteriores, y por los resultados de la negociación ahora, sólo es demanda de integración en la mesa negociadora. En todo caso, le enlacé un post que publiqué tras las elecciones de 2014. No vio ninguna propuesta, y es que no hay ahí ninguna propuesta que interese al uribismo porque lo que interesa al uribismo son los nombramientos de fichas en las entidades públicas, aunque para eso haya que ayudar a nombrar procurador (quien vigila a los funcionarios) al más grotesco peón del gobierno.

3. El uribismo y el MOIR
Como la actuación del uribismo tras 17 años de unidad me parece realmente ajena al interés de defensa de la democracia y la libertad, le explico al señor Alameda que lo primero que propongo es alejarse del uribismo y su MOIR interno. No era una alusión personal, ni sabía que Alameda proviniera del MOIR, aunque se habla de algunos dirigentes del CPPC. Sobre esa cuestión de los moiristas en el uribismo ya había publicado dos posts (1 y 2) porque es ciertamente un asunto pintoresco. Y porque, me parece, permite entender qué es realmente el uribismo. Pero para responder a esa cuestión el señor Alameda publicó un escrito que me propongo comentar.

4. Tres letras ausentes
En el escrito de Alameda no se encuentran tres letras que son lo que define al MOIR y a sus herederos. La M, la A y la O, Un nombre remoto de un líder que casualmente es el mayor genocida de la historia; no se crea que sólo por la elevada población china, los testimonios lo delatan como un monstruo singular. Por ejemplo, los militares estadounidenses que tomaron parte en la Guerra de Corea relatan que de nada servía aniquilar a varias filas seguidas de combatientes chinos, siempre aparecían otros kamikaze a los que los comunistas sacrificaban sin preocuparse. Cuando una periodista occidental le preguntó por los millones de muertos causados por sus ocurrencias del "Gran Salto Adelante" y la "Revolución Cultural", le respondió tranquilamente que esas personas de todos modos habrían de morir. La ruptura chino-soviética de finales de los años cincuenta tuvo dos causas: una fue el discurso de Jruschov en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (1956) en que denunció los crímenes de Stalin, la otra fue la resistencia de los soviéticos a transferir a los chinos la tecnología nuclear, que no esperaban tener sólo para intimidar. Es conocida la frase de Jruschov de que "Me arreglaría con los chinos en cinco minutos si les diera la bomba atómica". Ese conflicto se extendió a todos los partidos comunistas del mundo en forma de ruptura entre "revisionistas" y ortodoxos, que se proclamaban herederos de Stalin. El maoísmo era el bando de los revolucionarios radicales que no transigían con la "coexistencia pacífica" que promovían los soviéticos.

5. El MOEC, Francisco Mosquera y el MOIR

El 7 de enero de 1959 se produjeron disturbios estudiantiles en Bogotá de los que surgió un grupo de extrema izquierda independiente del Partido Comunista. Se llamó "Movimiento Obrero Estudiantil Campesino 7 de Enero" y durante un tiempo vaciló entre diversas opciones, hasta que una facción adoptó oficialmente el maoísmo y dio lugar en 1969 al MOIR, dirigido por Francisco Mosquera, un activista de Bucaramanga inicialmente ligado al Partido Liberal que terminó encontrando en el maoísmo su ideología. Al igual que ocurría con el PCC, hay que pensar en la generosidad de los camaradas chinos, que por entonces inundaban a toda Latinoamérica de propaganda (no importaba la hambruna que vivían los chinos, los libros que un joven colombiano de entonces encontraba más fácilmente eran los de Ediciones en Lenguas Extranjeras de Pekín, así como revistas en papel satinado como China Reconstruye China.  Yo incluso recuerdo un libro ilustrado llamado Guerra de minas, en el que se daban instrucciones para matar diablos japoneses usando minas). Para no extenderme remito al interesado en la trayectoria de Mosquera a este trabajo universitario.

6. Las mentiras de Alameda
Tenemos pues que el MOIR era un movimiento maoísta que se identificaba con el llamado "marxismo-leninismo-pensamiento Mao-Tse-Tung" y promovía la "revolución cultural" en Colombia. No mencionar los rasgos reales de ese movimiento, cuyo principal texto doctrinal era el Libro rojo de Mao es sencillamente mentir. 
¿Por qué fui del Moir y ahora soy uribista?
La amenaza terrorista encarnada en los grupos guerrilleros y auspiciados en su comienzo por la URSS, el Partido Comunista Colombiano y Fidel Castro aparece en la década de los 60's del siglo pasado. El apacigusionismo que no considera a estos grupos como terroristas sino como parte de un conflicto interno armado y defiende la tesis de que esa lucha aunque equivocada, tiene razones objetivas justas, hace parte de la respuesta equivocada de la sociedad colombiana y se expresa inicialmente desde el Estado, en el proceso de paz de Belisario Betancur.
En el 1970 me vínculo al extinto Moir que defiende dos postulados centrales: que las guerrillas y sus áulicos, además de ser mercenarios de paises extranjeros representan una fuerza terrorista y no a ningún sector de la sociedad levantada en armas por justa causa y segundo, que en Colombia se debe construir tarde que temprano una sociedad socialista.
¿No le queda la impresión al lector de que el MOIR aparece como quien denuncia al PCC, al ELN y al M-19 como terroristas? Todo eso es obscenamente falso. El PCC les parecía "revisionista" en la medida en que adhería a las tesis de los dirigentes soviéticos, que se habían apartado de la ortodoxia de Stalin. Es verdad que el MOIR no practicó la lucha armada, pero no porque la rechazara sino porque creía que antes era necesario un "movimiento de masas" que le sirviera de base social. Según el autor del libro enlazado arriba sobre el MOEC,
En una especie de acuerdo entre las dos tendencias que ya eran visibles en el movimiento [MOEC] (la que reivindicaba un pronto proceder a las acciones armadas y la que reivindicaba preparar las condiciones para ello), viajaron a la isla [Cuba] Antonio Larrota y Raúl Alameda, los dos más visibles exponentes de dichas corrientes. [Esperemos que este Alameda no sea un pariente del líder uribista.]
"Terrorismo" es una palabra que confunde. Las FARC de 1969 o de 1974 venían de la "autodefensa" de las llamadas "repúblicas independientes" y eran un grupo pequeño cuya acción no era exactamente "terrorista", pero ¿cabe mayor terrorismo que la "revolución cultural" que Mosquera y su grupo trataban de "replicar"? Si la "lucha armada" les parecía tan mala, ¿a qué venía toda la mitología sobre la "guerra popular prolongada" y la "larga marcha" de Mao? La lucha armada de las FARC no les gustaba porque eran sus rivales.

La primera de las dos "tesis centrales" del MOIR es escandalosamente falsa, no se creó el movimiento para oponerse al PCC sino para hacer la revolución, y la enemistad era tan grande que en 1974 acudieron a las elecciones en las mismas listas, en la llamada Unión Nacional de Oposición. Quien tenga sentido del humor para aguantar la oratoria del fundador del MOIR y precursor de Horacio Serpa puede ver este video sobre un discurso suyo de 1973, cuando eran aliados del Partido Comunista, como lo volvieron a ser desde principios de este siglo, cuando fundaron juntos el Frente Social y Político y después el Polo Democrático.



De modo que ya se parte de una mentira increíble: que el MOIR surgió como movimiento antiguerrillero. Pero sobre esa premisa casi cómica sigue Alameda:
Con esta visión y convencido que había que hacer algo, me retiré de la universidad a vivir en una región campesina desde 1974. Estando allá aparece Belsario con su proceso de paz al cual nuestra corriente se opone radicalmente. Nuestra crítica era que esas negociaciones aceptaban a la guerrilla como unos luchadores del pueblo y que por tanto se debía negociar con ellos las grandes transformaciones sociales para eliminar las causas objetivas del supuesto conflicto. Nuestra radical oposición a ese proceso de paz provocó que la guerrilla decidiera proceder contra nuestros militantes vinculados al campo. Nos asesinaron varios intelectuales y campesinos, que lo único que hacían era trabajar en la organización campesina, con cooperativas o en busca de mejorar las condiciones de vida en las regiones, con dispensarios, arreglo comunitario de vías, escuelas, etc.
Ojalá alguna vez alguien cuente esa historia de los jóvenes del MOIR que se "descalzaban" (así se decía), es decir, que se iban a vivir al campo a adoctrinar gente y a preparar la insurrección que daría lugar al triunfo revolucionario. Era la versión local de lo que hacían los "guardias rojos" en China y por los mismos años los "jemeres rojos", maoístas, en Camboya. Para la organización era un recurso sumamente eficaz, operaba como una secta que somete a sus adeptos al aislamiento y refuerza así su mística, a la vez que prepara la toma del poder a partir de una base social en el campo.

Los motivos que pudiera tener el MOIR para oponerse (según dice Alameda) a la negociación de paz de Betancur poco tendrían que ver con el rechazo a la inautenticidad social de las FARC. Eran agentes extranjeros exactamente igual que el MOIR. En cambio, los motivos que tuviera el nuevo partido armado impune y legitimado para perseguir al MOIR son fáciles de entender: ¿quién va a querer rivales si se puede deshacer fácilmente de ellos? Sencillamente, las FARC se expandieron por todo el país gracias a Betancur, y los rivales que también preparaban la revolución fueron relegados y aun quedaron indefensos.

En resumen, a causa de su odio al PCC Alameda ingresó en el MOIR creado un año antes, y en 1974 se fue al campo, ¿no sería para no participar en la campaña electoral en que iban juntos?

Todas las buenas acciones que atribuye Alameda a los militantes del MOIR desplazados al campo, verdaderos héroes civilizadores en su versión (cuando eran sobre todo adoctrinadores en la doctrina de Pol Pot y Mao) me recuerda la propaganda de Hamas, que también tiene redes solidarias increíblemente eficaces.
A mi familia y a mi nos tocó salir expulsados y amenazados por la guerrilla, no por ser sujetos de secuestro extorsivo, sino por la diferencia radical ideológica que nos separaba, pues representábamos una fuerza que significaba un estorbo para sus intereses.
Las diferencias que los liberales y demócratas tengamos con el Partido Comunista seguidor de Brezhnev no son tan grandes como las que tendríamos con los enemigos de Lin Piao y Confucio que llenaron las calles de Bogotá con pintadas a favor de la "Kampuchea Democrática". La rivalidad con los otros totalitarios no los hace mejores.
Desde ese entonces para justificar sus acciones nos calificaron de agentes de la CIA, o lambones de la oligarquía.

El Moir a pesar de perder ese espacio, continuó desarrollando acciones como la condena pública de la invasión de Angola por tropas cubanas o la traída de tres afganos de la resistencia contra la invasión de la URSS en ese país.

Desafortunadamente, estábamos solos y los partidos tradicionales no actuaron y fueron complacientes con esa situación. Que me acuerde, lo que se denomina la derecha se mantuvo en silencio y la izquierda del Partido Comunista eran sus cómplices.
Ahora resulta que la derecha o "los partidos tradicionales" son cómplices del partido comunista ¡porque no condenaron la intervención soviética en Afganistán! Eso es francamente chistoso. Pero lo de Angola es un poco más fuerte. Al retirarse los portugueses hubo una guerra civil de muchas décadas entre el MPLA, que terminó triunfando, tal vez gracias al apoyo cubano, y el UNITA, de Jonás Savimbi, patrocinado por los chinos. Esta banda asesina se podrá contar entre las muchas herederas del pensamiento Mao Tse-Tung, junto con Sendero Luminoso y los sociópatas nepalíes, camboyanos y aun indios que todavía matan. Para formarse una idea de lo que es el comunismo en África piénsese que los prosoviéticos eran el ANC de Mandela, mientras que los prochinos dan lugar al siniestro régimen de Mugabe en Zimbabue. La adhesión del MOIR a una conspiración asesina internacional se nos presenta como resistencia justiciera al comunismo. La mentira ya es un chiste.
Muerto el jefe del MOIR, este se dividió y un sector nos aislamos de la actividad política. Llegó otra vez de la mano del partido conservador una propuesta de paz en cabeza de Andrés Pastrana. Pero a diferencia de la época de Belisario y de los intentos de casi todos los presidentes en ese lapso, surgió la voz de un patriota que se enfrentó al proceso y habló claro: Álvaro Uribe Vélez.

Desde el 2001, yo y otros exmilitantes del MOIR decidimos darle un respaldo a ese candidato, pues en esas tesis del terrorismo encontramos una voz que nos representaba. La verdad, sin mucho optimismo en su victoria pues no lo favorecían las encuestas. Pero logró triunfar y en adelante no solo me convenció su liderazgo, sino que mi relación con su política y el estudio de la misma, me ayudó a entender que la tesis del viejo MOIR de la construcción del socialismo, no es la solución para este ni ningún país del mundo y que solo el desarrollo de libre mercado, con la visión de un capitalismo social era la salida. La gran diferencia con exmilitantes del MOIR como Jorge Robledo es que él abandonó en la práctica, aliándose con los representantes de la guerrilla, la posición antiterrorista y acepto el apaciguasionismo y al tiempo sostiene, aunque en forma soslayada su decisión de construir un modelo socialista en Colombia. O sea, abandonó lo bueno del MOIR y se quedó con su error.
Lo que hay que entender es otra cosa: los jóvenes resultan atraídos por el sueño revolucionario, sobre todo porque promete poder sin mucho trabajo, pero también porque todo el ensueño colectivista satisface las inclinaciones y valores de los colombianos tradicionales. La militancia es gratificante pero la revolución no llega y cuando ha pasado el tiempo lo único que la persona sabe hacer es hablar de política, y lo único con que cuenta es la amistad de los camaradas, que ya antes de la muerte de Mosquera se habían quedado huérfanos de ilusión al caer el comunismo en Europa y cesar los chinos de pagar la revolución en otras partes. Son enemigos de las FARC, en parte porque los comunistas siempre son cainitas, en parte porque sufrieron el agravio de ser perseguidos. De modo que la aparición de Uribe resulta una ocasión de seguir en la política y obtener poder gracias al grupo. No hay que escandalizarse porque alguien haya sido del MOIR o de cualquier grupo comunista, porque la revolución es hegemónica en nuestros países desde hace muchísimas décadas y porque a los jóvenes les resulta atractivo, pero de ahí a reivindicar ese pasado, a blanquear a un grupo maoísta y a negar el sentido de su actividad, y aun sus alianzas con el Partido Comunista, hay un trecho.
Ahora estoy convencido que el único con fuerza y visión y que ha demostrado su acierto en la mayoría de los casos y quien puede sacarnos de este atolladero es el expresidente Uribe. Dirán que se equivocó dándole el respaldo a Santos. Yo diría que cayó en una trampa bien urdida. Pero, qué general o líder no corre el riesgo de ser engañado. Los únicos que no se equivocan son los que no hacen nada. Lo importante es que él sigue luchando por sacar el país adelante y arrebatárselo a los negociantes del Estado y a los bandidos, disfrazados de revolucionarios. Los que solo se reducen a opinar sin consecuencia social y política alguna, les queda fácil condenar y criticar. O los que son los mas antimamertos en las redes, pero ahí termina su lucha y solo se dedican a buscar brujas para quemarlas, no le hacen ningún favor a esta causa, sino por el contrario le sirven en la práctica a los verdaderos enemigos como son Santos y las Farc. Otra cosa es el líder que debe considerar que cualquier cosa que haga, repercutirá en la sociedad y si se llegare a equivocar, debe tener el valor de aceptar el error y enmendar el camino.
¡Por eso hoy soy uribista y punto!
Parece que el único error de Uribe fuera hacer elegir a Santos, pero ¿cómo es que tras ocho años de presidencia y hegemonía en la opinión no había ningún grupo político que sostuviera sus tesis, ni ningún medio de prensa que las apoyara, ni ningún cuestionamiento al orden impuesto por el hampa narcotraficante y los Castro en 1991? A los interesados en la trayectoria del uribismo desde 2001 les enlazo un post reciente sobre ese tema (que aquí se haría demasiado largo). 

Es muy llamativo que Uribe acoja en su sanedrín a tantos ex moiristas, pero tampoco descuida a otros sectores de la izquierda. El PCC está bien representado con Angelino Garzón y su hija, mientras que el M-19 tiene a Everth Bustamante, seguramente habrá otros que no conocemos del ELN. La clave es la idea de que el gran líder está por encima de las ideologías y de los partidismos, su partido es de izquierda y a la vez de derecha y de centro (todo en la medida en que la politiquería permite mantener buenas relaciones con logias y clanes formados alrededor del dinero soviético y cubano, y puede que también chino). A fin de cuentas tampoco está a favor ni en contra de la paz, sino todo lo contrario. No se opone a la paz porque su interlocutor debe entender por "la paz" la ausencia de guerra y a la vez la negociación de paz, tal como lo hace entender el gobierno y sus propagandistas, a los que nunca se contradice para evitar quedar como enemigos de la paz. Un tuit del propio Alameda lo explica muy bien. 

En el que queda claro que el problema no es "la paz" ni la ideología ni la actuación del gobierno, sino la adhesión a Uribe. Los que nos oponemos a la componenda con los terroristas estamos contra Uribe, tal como los que quieren excluirlo de esa componenda. Que seamos los pocos que nos oponemos a premiar a los terroristas nos hace iguales a ellos, ¡porque no estamos con Uribe, que está con todos y que buscaba una Constituyente acordada con las FARC en lugar del plebiscito que calculaba que podría perder! La cosa tiene gracia.

Y es que Uribe se ve a sí mismo en ese papel y cuenta con la adhesión unánime en torno a su persona, que fue por lo que no le hizo oposición a Santos en 2011, seguro de que los votos los tenía él y sólo faltaba demostrarlo. Eso pasó durante su presidencia porque salía sin cesar en la televisión, ahora es mucho más difícil y su lista al Senado apenas obtuvo el 20% de los votos en 2014 (pese a la alta abstención). De ahí que él y sus seguidores exijan esa clase de adhesión sentimental (para la que los moiristas están particularmente preparados, dado su viejo amor al Gran Timonel chino). Nadie puede poner en cuestión lo que han hecho hasta ahora (y sobre todo lo que han dejado de hacer), ni siquiera recordarlo, dado que ahora sí van a enfrentarse a Santos. Como una señora a la que le dicen que su hijo le ha arrancado la oreja a un compañero y escucha las promesas de que a partir de ahora se portará bien. No importa el pasado, el amor es más fuerte que eso. Es muy curioso que los aficionados al fútbol sean muchos más sensatos y a un director técnico que siempre hace perder al equipo lo quieran sacar inmediatamente. Claro que la comparación no es válida porque un equipo de fútbol es una entidad que contrata a un empleado mientras que el uribismo es la adhesión a Uribe, más allá de toda ideología, de todo interés de grupo social, de toda coherencia o de toda posición sobre el futuro del país.

Los del MOIR no han tenido que cambiar mucho.

(Publicado en el blog País Bizarro el 16 de febrero de 2017.)