sábado, abril 15, 2017

La posición clara de Uribe


El Centro Democrático vive en estos días un conflicto interno que podría conducir a su división. En realidad, lo raro es que se mantenga unido, lo cual sólo se explica por el oportunismo de todos los que lo dirigen, que simplemente se amparan a la sombra del Gran Colombiano y conviven con gentes cuyos valores e ideas son los opuestos. Claro que en todos los partidos hay discrepancias y facciones, y más aún rivalidades personales, pero que en plena campaña el candidato le pida a un senador que renuncie a su curul, como hizo Óscar Iván Zuluaga en 2014, ya es inaudito.

Las presiones para hacer candidato a Iván Duque han forzado la resistencia de sectores conservadores y la apertura de hostilidades. Sencillamente, el CD no tiene sentido porque es un partido a la vez de izquierda, de centro y de derecha, conservador y liberal, pacifista y crítico de la paz. El CD sólo se une por la adhesión a Uribe, que a la vez está con los promotores del terrorismo como Angelino Garzón y con sus víctimas. A pesar de la popularidad del expresidente, sus sobrehumanos atributos no le dan para vencer el viejo refrán de que "el que mucho abarca poco aprieta".

Tras el escándalo que ocasionó el tuit en que Uribe anuncia que su partido no intentará revocar los acuerdos, en su misma cuenta apareció este escrito (que "a su manera" respalda). No es algo que publique Ernesto Yamhure sino Uribe, atribuyéndole la autoría a aquél.
Sobre la traición y la responsabilidad

Yamhure


Unos quieren plantear el asunto como un escenario de traición de parte suya. También caen en el ataque vil como el que me hicieron.
Efectivamente, pese a la proeza inverosímil de presentar un asunto como un escenario, no se puede decir de ningún modo que Uribe traicione a los uribistas, porque éstos se reconocen por estar de acuerdo con Uribe. Y el aserto tampoco sería cierto si diera a entender que traiciona a quienes compartían con él determinada opinión, pues tanto Uribe como los dirigentes del CD siempre han mostrado su apoyo (con críticas constructivas) a las negociaciones de La Habana. Nadie se puede sentir traicionado porque no quisiera ver lo que tenía delante o quisiera interpretarlo al revés. En ese punto el error no está en Uribe ni en los uribistas, sino en los que no quieren hacer frente a la realidad. (En este post he demostrado esa adhesión clara del uribismo a "la paz", si no reinara la mala fe se admitiría que es algo indiscutible, también por parte de Uribe.)

Respecto al "vil" ataque que dice haber sufrido Yamhure (y que no explica), creo que alguien debería escribir la novela de la persecución a Ricardo Puentes Melo, porque se podría ver al amanuense de Uribe ya no como un canalla, sino claramente como un malhechor.
Con cabeza fría he redactado este artículo para mañana en el que pongo el asunto en el plano que debe estar: el de las ideas.

Una posición responsable

En los últimos días hubo oportunidad de leer algunas posiciones y reflexiones del expresidente Álvaro Uribe sobre el futuro del acuerdo de paz después de 2018, año en el que se espera que la oposición gane las elecciones presidenciales.
 
El debate comenzó por cuenta de unas declaraciones del senador José Obdulio Gaviria en las que aseguraba que el Centro Democrático en el poder reversaría algunos elementos del acuerdo Santos-Farc.
Fieles a su posición, Uribe, Gaviria y Yamhure pasan por encima del hecho de que esos acuerdos fueron rechazados en el plebiscito al que tanto se opusieron. Ya apoyaron la violación monstruosa de la ley consistente en negociarla con quienes la violan, ¿por qué no van a seguir ayudando a pasar por encima de lo que la gente votó? Claro que para quienes han ido a la universidad hace falta una aclaración: resulta que en la idea de "reversar (?) algunos elementos del acuerdo" se da por sobreentendido que éste tiene valor jurídico. ¿Lo tiene? Para Uribe y los uribistas sí, es lo que dicen. Quienes mienten y engañan no son ellos, sino quienes viven interpretando sus palabras para que resulte que no están con Santos y las FARC.
La discusión está servida: ¿Qué debe mantenerse, qué debe modificarse, qué debe mejorarse y qué debe suprimirse? Y ahí entró el expresidente Uribe a separar los elementos del análisis. Nadie con un mínimo de sensatez estará en contra de que, por ejemplo, las Farc concentren a sus integrantes en determinadas zonas de ubicación temporal. Tampoco habrá disenso en que se produzca una desmovilización de los guerrilleros de la base con una amnistía amplia y generosa para todos aquellos que no hayan cometido crímenes de lesa humanidad.
¿Qué debe mantenerse del acuerdo? NADA, porque no existe, no tiene valor jurídico, fue rechazado por el pueblo en plebiscito. El problema, lo que no se quiere ver, es que ese acuerdo no sólo era el propósito de Santos y las FARC sino también del uribismo, que intenta mantenerlo y no sencillamente revocarlo. Con apego a la ley y a la democracia, habría que procesar a quienes lo han llevado a cabo, pues su contenido es una suplantación de la Constitución y su trámite surgió de un engaño.

Es que ese "mínimo de sensatez" que demandan Uribe y Yamhure supone la aceptación de la negociación. Pero es aún más grave porque las FARC no se están concentrando en determinadas zonas de forma temporal sino tomando posesión de amplios territorios sin la menor contraprestación. No se han desmovilizado, no se sabe quiénes son sus integrantes y es muy posible que tengan ahí a clientelas que esperan disfrutar de rentas cómodas declarándose parte de las organizaciones de nuevos amos. Los verdaderos miembros de las FARC se volverán activistas políticos legales en otras partes, y si son jóvenes y aptos para matar y secuestrar, se integrarán en el ELN, como ya ocurrió con el M-19.

Pues con la máxima insensatez tenemos que decir que sí habrá "disenso" en que se produzca una desmovilización de los guerrilleros de base, porque esa desmovilización no está contemplada en los acuerdos: como en un cuento de Borges, en que se dice "Ni el prohibido perdón ni la recomendada crueldad tuvieron ocasión de ejercerse", los colombianos no pueden perdonar ni dejar de perdonar a los terroristas porque la negociación comporta un reconocimiento de legitimidad a las bandas. No serán los demás colombianos quienes castiguen o perdonen a los terroristas, sino lo contrario. Eso es lo que llaman "jurisdicción especial para la paz", y ese castigo a quien se considere causante del conflicto está contemplado hace tiempo en los planes del gobierno y las FARC. (Al respecto, lean este impagable anuncio del magistrado Rodolfo Arango.)

De modo que Uribe y Yamhure no sólo aplauden la llamada negociación de paz y reconocen la violación de la soberanía popular sino que ayudan a divulgar las mentiras del narcorrégimen.

¿Quiénes han cometido delitos de lesa humanidad? Por ejemplo, ¿un niño que castró a un policía podría haber cometido un delito de lesa humanidad? Si es así, ni Hitler ni Himmler ni Heydrich ni Bormann ni Goering ni ningún jerarca nazi cometió delitos de lesa humanidad, sino algún rústico reclutado para las SS. Todos los miles de crímenes de lesa humanidad los cometieron todos los jefes terroristas, pues quienes los cometían simplemente obedecían sus órdenes. Pero ¿hay acaso algún reconocimiento de cada acción que pudiera ser susceptible de ese castigo? Ni lo hay ni lo habrá. Lo del castigo específico de esa clase de crímenes es la propaganda del narcorrégimen que sus socios divulgan.
El estado de no violencia es fundamental. Que los ilegales dejen de matar, dejen de extorsionar, de traficar estupefacientes, de desplazar campesinos, de reclutar a niños. Aquello debe mantenerse.
Préstese especial atención a este párrafo, porque la mentira es sencillamente una burla. ¿Han dejado los ilegales de PRODUCIR cocaína? ¿Alguien cree que van a dejar de hacerlo? Ni se menciona. ¿Hay un "estado de no violencia"? Como ya he explicado, los terroristas aptos se integran en el ELN, pero ¿no desplazan campesinos de las áreas que les entrega el gobierno? Todo es excesivo, una mentira monstruosa, porque mientras descubrimos esa mentira pasamos por alto que ese "estado de no violencia" (el mismo "cese al fuego bilateral" llamado por otro nombre para consumo de uribistas) presupone la impunidad efectiva de los terroristas y el desistimiento de la ley. Insisto, ya demostré que los uribistas siempre han apoyado la negociación, pero lo negarán haciendo caso omiso de las pruebas. Si después de las infinitas atrocidades de las FARC se llega a un "estado de no violencia", toda la ley penal sobra, pues ¿quién va a denunciar un secuestro si tras pagar el rescate se llega a un "estado de libertad"? El que vaya a denunciar pone en riesgo el "estado de libertad" y aun su vida. Eso no lo digo con sarcasmo, no es sarcasmo, es sólo el punto de vista del secuestrador. Es que en aras de intereses mezquinos y de su cuota de poder, Uribe y su sanedrín reproducen las razones de las FARC y Santos.
Pero al mismo tiempo hay elementos que son de obligatoria revisión, para efectos de proceder a introducir los cambios que sean necesarios. El primero de ellos, los alcances de la denominada justicia especial de paz, mecanismo macabro que romperá en mi pedazos la juridicidad colombiana y convertirá a la justicia ordinaria de nuestro país en una convidada de piedra. La manera como se integrará el tribunal, la forma como se designarán los magistrados y los alcances infinitos de la jurisdicción son elementos que no son admisibles, tal y como han sido planteados.
Una vez que se defiende la negociación (para la que se resucitó a una banda derrotada y en realidad desterrada) y también el acuerdo final, llega la hora de hablar con autoridad sobre lo que es "de obligatoria revisión", ojo "para efectos de proceder a introducir los cambios que sean necesarios". Alguien lo entiende. Yo no. Es que no tengo estudios. Hay elementos que son de obligatoria revisión, para efectos de proceder a introducir los cambios que sean necesarios. Entonces llega el matiz de los límites de la JEP, toda vez que los nuevos jueces podrían molestar a los uribistas. Lo demás no importa, los muertos y los mutilados y los arruinados por el secuestro, que agradezcan el "estado de no violencia".
Tampoco es aceptable que un delito autónomo como el narcotráfico pase a convertirse en conexo del delito político para efectos de cobijarlo con amnistía.
Uno que razone como Uribe-Yamhure cae en una isla de caníbales y al cabo de poco tiempo empieza a convencerlos de que no se coman la carne humana cruda. Resulta que no hay ningún problema en que la producción y tráfico de drogas sea "conexa" a los delitos "políticos" sino que haya delitos que resten penas de otros. ¿De modo que producir o vender cocaína no debe restar pena pero matar gente y pretender imponer un régimen de partido único sí? ¿En qué ordenamiento jurídico existe algo así? Obviamente en ninguno. Es como si se redujera la pena a los asesinatos de Alfredo Garavito porque su motivación era sexual. Pero para los uribistas no hay ningún problema porque son bastante parecidos a Santos y al hampa que lo sostiene.
Aquella nueva calificación del narcotráfico pone a la democracia colombiana al borde del abismo y amenaza con convertir a nuestro país en un narcoestado.
Insisto, si hubiera comprensión de lectura Colombia avanzaría muchísimo. Resulta que legitimar el negocio de la cocaína pone la democracia colombiana al borde del abismo porque NO LO ESTÁ. ¿Quién va a atreverse a cuestionar una democracia cuyas leyes son dictadas por una secta de sociópatas? Podría considerarse un pequeño defecto de una democracia, no es cuestión de arrastrarla hasta el borde del abismo y "amenazar con convertir a nuestro país en un narcoestado", cosa que obviamente no es (según Uribe-Yamhure).
Adicionalmente, el acuerdo con las Farc debe ser modificado en temas sustantivos como los son la reparación a las víctimas, el esclarecimiento a la verdad y la garantía de no repetición. Tal y como está la redacción del documento actual, un reincidente podrá mantener los beneficios que otorga la JEP y aquello, en pocas palabras, significa que los guerrilleros de las Farc han quedado con una licencia ilimitada para delinquir.
El acuerdo con las FARC no existe, no tiene ninguna validez y el pueblo lo ha rechazado. Los uribistas lo aceptan y sólo buscan mejorarlo de forma que convenga a sus intereses. Durante más de seis años sólo los cuatro gatos (el número es una exageración) de este blog hemos visto que el uribismo se sometía, pero eso no quiere decir que no seamos un bando diferente. Como los primeros que se abstuvieron de comer carne humana en las comunidades caníbales. Este párrafo del escrito de Uribe-Yamhure reincide en el apoyo al acuerdo. Las modificaciones hacen pensar en alguien que desaprobara los arañazos y mordiscos en las violaciones. 

En realidad, no hay nada nuevo en todo eso que dicen y hacen. Sólo unos pocos se incomodaron por la candidatura de Iván Duque, un personaje al que extrañamente el narcorrégimen no intenta matar ni encarcelar sino que lo promueve en los medios. Me atrevo a suponer que en cierta medida habrá un pacto entre el uribismo y el gobierno para hacerlo elegir, pacto que Santos romperá cuando Duque sea el candidato. Pero todos esos descontentos deberían plantearse cómo es que no vieron que todo eso lo dicen y hacen los uribistas desde 2010.
Esas y otras consideraciones adicionales fueron ampliamente expuestas durante la campaña del plebiscito que tuvo lugar el pasado 2 de octubre. El pueblo concurrió a las urnas y mayoritariamente respaldó la opción del NO.

El presidente Uribe y demás líderes del NO, entre los que se contaban los 3 precandidatos del Centro Democrático a la presidencia, el exprocurador Ordóñez, la exministra Martha Lucía Ramírez, cristianos y representantes de las víctimas hicieron lo que correspondía: establecer un diálogo con el gobierno para efectos de encontrar un mecanismo que no generara traumatismos institucionales con miras a incorporar un nuevo acuerdo que incluyera todas, absolutamente todas, las exigencias de los ciudadanos que votaron por el NO.
La relación con los colombianos plantea siempre un problema de comunicación. Veamos. Yo me opongo a la negociación con los terroristas y voto NO. Pero el resultado de mi voto es que me representa Yamhure, que se oponía a votar NO. Es genial. Es la cultura del país, donde siempre aparece la camarilla de lambones representando a los demás viendo "cómo van ellos" ahí. Pero el párrafo contiene otra perla que el señor Ordóñez debería aclarar lo antes posible. ¡El pueblo votó no pero los representantes autodesignados del pueblo fueron a modificar el acuerdo en aras de uno nuevo que incorporara ABSOLUTAMENTE, ABSOLUTAMENTE (insisto, Colombia no es parte de la humanidad) todas (TODAS) las exigencias de los ciudadanos que votamos por el NO! ¿Cómo las conocerían? El pueblo votó NO pero ellos se convirtieron en sus representantes y fueron a decir SÍ, pues la pregunta no era si se modificaba el acuerdo ni si salía uno nuevo. Eso es el interés del uribismo, no del "pueblo".
Y aquella actitud era la que requería el momento histórico. No fue, como se ha querido insinuar desde algunos sectores, un acto de traición, ni mucho menos. Aquello era lo que podían y debían hacer aquellos que ejercieron la vocería ciudadana.
No fue un acto de traición sino de suplantación. Sencillamente, nadie los nombró representantes de los ciudadanos que votamos NO. Ejercieron la vocería ciudadana para encauzarla hacia la satisfacción de sus intereses particulares, nadie los nombró para eso. Si fueran la oposición habrían declarado nula la negociación, pero es que sólo son el adorno del narcorrégimen.
Distinto fue lo que hizo el gobierno que de manera tramposa, mientras dialogaba con los jefes de la oposición, se fue a La Habana a maquillar el acuerdo improbado para luego desconocer el resultado de las urnas e imponer el documento de manera ilegítima a través de unas mayorías clientelistas en el Congreso de la República. 
Nadie puede esperar que un demócrata integral como el presidente Uribe, respetuoso de las instituciones obrara de manera distinta. Su deber con los millones de colombianos que acogieron sus argumentos y votaron por el NO, pero además su responsabilidad con Colombia, lo obligaban a proceder como hizo en ese momento y lo obligan a plantear el futuro del acuerdo de paz en los términos que ahora está utilizando.
Pero, ¿qué clase de demócrata integral puede suscribir un crimen monstruoso como la negociación de paz con los terroristas, para la cual se han cometido todos los crímenes? Es la retórica del maoísmo, el elogio debido al amado líder (a ver quién ponía en duda que Pol Pot, Kim Il-sung o Mugabe son "demócratas integrales"). Este demócrata integral se opone a que se vote NO a un acuerdo criminal (el documento oficial del CD se quejaba de que no les dejaban otra opción) y después resulta el representante de los que votamos NO, en aras de sus intereses particulares. Ahora espera recuperar una partecita del poder llevando a su candidato conjunto con el gobierno y para eso anuncia que reconoce el acuerdo final, al que en realidad sólo le falta alguna concesión para que los tontos que todavía lo siguen se consuelen.

Empecé suponiendo que el desacuerdo con la candidatura de Duque llevaría a la ruptura del CD. Pensándolo bien es dudoso. Ya son demasiados años para que los ahora descontentos no hayan querido enterarse de lo que hace el CD respecto de "la paz". Todavía llaman a Uribe a recapacitar y elogian sus infinitas virtudes. Algún gesto comprensivo del gran timonel los hará recapacitar a ellos. Incluso dudo de que haya una candidatura de Ordóñez, nadie va a soportar que lo acusen de dividir el uribismo.

La tiranía y aun la hambruna (como en Venezuela) son un hecho. El que pueda que emigre a tiempo.

(Publicado en el blog País Bizarro el 1 de marzo de 2017.)