jueves, abril 02, 2009

¿Y si las FARC desistieran?

Muchos pensarán que leer y escribir argumentos sobre política es una pérdida de tiempo, pero a algunos nos parece que no, que realmente los problemas relacionados con la sociedad dependen más de las palabras que de los actos de determinadas personas, trátese de la mano que firma un cheque o del dedo que aprieta un gatillo. Esto interesa porque, en consecuencia, los problemas están más en lo que pensamos y decimos que en lo que hagan otros que siempre están lejos y son incontrolables para nosotros.

Quien así piense desconcertará a la mayoría de los colombianos y les parecerá chiflado. Pero tal vez valga la pena llevarle la corriente al otro a ver con qué sale, porque el que ya está contento con sus certezas ni siquiera empieza a leer. Por ejemplo, el lector podrá preguntarse cuántas veces habrá oído decir que las FARC han perdido sus ideales y se han convertido en unos vulgares narcotraficantes. Yo creo que serán muy, muy, muy raros los colombianos que no suscriban esa afirmación. Bueno, ya puestos a creer, yo creo que el único motivo por el que las FARC no se desmovilizan es esa certeza de tanta gente.

Por ejemplo, cualquier dirigente de las FARC sabe que sus posibilidades de tomar el poder son ínfimas, en realidad, inexistentes, mientras que el peligro de morir es altísimo, y en caso de avenirse a negociar y desmovilizarse tendrían casi asegurada la impunidad y aun salvarían los millones que han acumulado. ¿No? Las ideas de los colombianos sobre los guerrilleros son mucho más inexplicables que las razones de éstos. Parece que mataran gente por vicio y que prefirieran vivir en cambuches que en mansiones. Pero vamos a seguirle la corriente al loquito que firma Jaime Ruiz y a suponer que son personas bastante parecidas a los demás colombianos y que en realidad es muy probable que deseen desistir y vivir con alguna seguridad y solvencia económica. Resulta que el que pusiera de manifiesto ese deseo sería descalificado por los demás dirigentes y probablemente asesinado. En cuanto el mando estuviera en manos de uno solo, ése querría también desmovilizarse, pero ¿quién le aseguraría que no habría un subalterno que no encontrara el camino para convertirse en el gran líder eliminando al liquidacionista de turno?

Es una trampa en la que siempre están metidas las guerrillas y de la que no tienen salida aparente: mientras la derrota no sea definitiva y evidente, el camino del liderazgo es siempre la intransigencia. Pero de todos modos vamos a suponer que ocurriera, que todos los dirigentes de cierto rango aceptaran la conveniencia de una desmovilización negociada y de buscar una salida y convertirse en ganaderos o finqueros de las regiones en que viven desde hace tiempo. ¿Cómo los verían los demás colombianos de la llamada izquierda que durante tanto tiempo han esperado que la negociación con las guerrillas abra el camino al socialismo? ¿Estarían tan contentos de ver a sus antiguos “muchachos” convertidos en enemigos sociológicos? Sinceramente creo que no. Pero es porque yo leo las columnas de opinión y los foros colombianos y sé que hay cientos de miles de personas, la mayoría de las que tienen relación con la función pública o con las universidades, que desean tanto la negociación política con las guerrillas como el rumbo socialista. Verdaderamente hay que ser muy iluso o muy obstinado para creer que las guerrillas no tienen partidarios y clientela.

Pero aparte de esos “opinadores” que no pierden nada con los sufrimientos de los guerrilleros están los líderes de esa facción política, que en cambio perderían mucho en caso de que el formidable elemento de presión que son las guerrillas desapareciera. Primero sería un triunfo del odiado Uribe y de todo el “establecimiento”, y segundo la desilusión de tantas personas que han puesto su esperanza en la revolución socialista que ayudarían a hacer las guerrillas echaría a perder la carrera de esos líderes. El pacifismo no les representa ninguna pérdida y la hostilidad hacia las guerrillas les haría perder respaldos entre su público: no es tanto que los dirigentes del PDA no estén hartos de las guerrillas, sino que el que se mostrara demasiado hostil y propusiera renunciar a la “solución política negociada” —que sólo es el nombre moderno de “combinar todas las formas de lucha”— sería tachado de uribista y quedaría en minoría: a fin de cuentas los únicos beneficiarios de esa negociación serían esos políticos.

Es decir, todo remitiría como propuse al principio, a la opinión de cada persona. En la historia humana la guerra era el camino por el que el bárbaro indigente se convertía en príncipe, como es obvio que ése no es el futuro de los líderes de las FARC, queda claro que la alternativa es sólo ser fracasados fugitivos y expuestos a morir a manos de sus propios subalternos o fracasados prósperos y de vida apacible. Lo que pasa es que la segunda opción no la aceptan los que son prósperos y se divierten gracias a la guerra, los llamados “mercenarios de la paz”, esa multitud de profesores y miembros de ONG a que aludía un profesor español en un post que ha despertado un revuelo considerable. ¿Cómo explicar que en realidad los líderes guerrilleros sólo intentan formar parte de esa elite de la sociedad, que en el caso de triunfar de todos modos seguirían siendo subalternos y estarían expuestos a las intrigas de esas poderosas redes?

Cuando se piensa en esos líderes guerrilleros, el caso de Iván Ríos es paradigmático: individuo tal vez brillante pero del Putumayo, se “formó” en la Universidad Nacional (en Medellín) y adhirió a la doctrina ortodoxa que predicaban y predican otros que provenían de la capital y de familias bien relacionadas y que ciertamente nunca han pasado penurias ni dificultades sino que han sabido explotar el “conflicto” y las ilusiones de tantos y tantos como él para lucrarse y acumular poder. ¿Qué han sido las FARC para los campesinos de los departamentos del sur de Colombia a los que pretendían redimir sino los peores opresores? Y respecto al orden social que pretendían destruir, ¿cuándo se darán cuenta de que son sus principales garantes, de que el escalafón de los magistrados, rectores y congresistas sólo es la vieja jerarquía mientras que el odiado capitalismo abre el camino a una sociedad de competencia en la que esos campesinos a los que creen que se deben tendrían muchas más oportunidades?

Dice un viejo adagio que todo empieza por ser un sueño: ojalá los colombianos que albergaron el sueño del socialismo y de la revolución violenta se dieran cuenta de que fue eso lo que arrastró a miles de muchachos menos afortunados que ellos al crimen. Ojalá empezaran a desistir ellos y ojalá los demás comprendieran del deber de hacerlos desistir, de aislarlos, de señalar su responsabilidad (las últimas elecciones de alcaldes en que ganó en Bogotá el candidato apoyado abiertamente por las FARC son un ejemplo de lo lejos que está eso). A mí a menudo me parece que el odio apasionado que tanta gente muestra por las guerrillas se facilita por el hecho de que sus miembros son personas de condición social humilde, a la que de todas formas rechazarían. Esa clase de enemigos de las guerrillas me inspiran más desprecio que los guerrilleros, cuyos crímenes son sólo la sombra de las mentiras que cada semana escriben los ídolos de los colombianos arribistas, como el celebérrimo dandi taurino o como el siniestro y arrogante Alfredo Molano, para mencionar sólo a dos de los sicofantas más conocidos. Sólo la sombra de la doctrina unánime en las universidades durante medio siglo y en últimas del viejo orden clasista, que pretende perpetuarse “a la cubana”.

Pero en realidad es muy iluso esperar tanto: la gente seguirá convencida de que los guerrilleros perdieron sus “ideales” y odiándolos por eso, al tiempo que los guerrilleros seguirán aferrados a esos ideales, incapaces de la deshonra de no corresponder a los sueños de las personas a las que siempre han querido asimilarse. Para fracasar, mejor hacerlo con honor, se dirán. Y esa clase de honor que sólo es servilismo ante personas mucho más despreciables que ellos sólo inspira lástima, sólo los hace otras víctimas de una mentira y de un orden que seguirá después de su muerte y que dará lugar a nuevas generaciones de criminales.

Publicado en el blog Atrabilioso el 12 de marzo de 2008.