martes, febrero 20, 2018

Los detractores de Iván Duque


¿Qué proporción de los colombianos apoyan efectivamente a los comunistas y al narcorrégimen que han impuesto? Admitiendo que dichos comunistas sean una minoría, ¿cómo es que se salen siempre con la suya? Ya he señalado muchas veces que hay un fondo sociológico que lo explica, pero ¿qué le pasa a la mayoría, por qué no se une para hacerles frente? Intentaré demostrar que esa mayoría no existe, que los contradictores del narcocomunismo no tienen por lo general otro proyecto que un retorno al pasado y que de ningún modo se los puede considerar "demócratas".

Durante los ochenta y los noventa supe muy poco de la política colombiana. Cuando se popularizó internet empecé a leer prensa colombiana y a escribir comentarios en los foros de la época. Me fascinaba la desfachatez de los columnistas de la prensa, abiertos instigadores del crimen (que Alfredo Molano sea de una comisión de la verdad es como que Alfredo Garavito fuera de una comisión de la decencia. En cualquier país normal Molano habría pasado la vida en la cárcel por sus escritos). Eran los años del Caguán y me llamó la atención que los principales jaleadores del descontento con el despeje eran los "serpatizantes", es decir, los samperistas. Sencillamente, el país seguía en la discusión del 8.000 y las atrocidades terroristas sólo se usaban como pretexto para hacer avanzar la causa de alguna bandería ansiosa de nombramientos y corruptelas. El lloriqueo uribista de los últimos años recuerda esa disposición.

A medida que aumentaban las atrocidades, sobre todo entre 2000 y 2001, el descontento se hizo más concreto y el principal objeto de odio dejó de ser Pastrana y pasaron a ser las FARC. Eso era algo espontáneo y la gente que lo vivía carecía en su mayor parte de afiliación ideológica. Cuando comenzó a sonar la candidatura de Uribe para 2002, su apoyo apenas llegaba al 1%. Los descontentos no prestaban mucha atención a las elecciones, la inmensa mayoría se repartía entre los que soñaban con un golpe militar o con una intervención estadounidense y los que aplaudían a Castaño como salvador de urgencia.

De modo que fui de los primeros uribistas, cuando en todos los medios y también en los foros de internet sencillamente se consideraba que apoyar a Uribe era estar con los "paramilitares", por su previo apoyo a las Convivir. En los años que siguieron se disiparon las esperanzas de intervención extranjera o de golpe militar, y los descontentos no tuvieron otra opción que apoyar a Uribe, y resignarse a un trámite democrático y sujeto a la ley.

Esto es del máximo interés porque hoy en las redes sociales hay una ESPELUZNANTE unanimidad entre los que no están con Santos acerca de la necesidad de una política "derechista". Les resulta de lo más urgente aclarar eso, ser derechistas para combatir a los izquierdistas, que son todos los que no comparten la fe pinochetista y por tanto resultan en realidad agentes disfrazados de las FARC o de Soros. En 2000 la derecha no creía en la ley ni en la democracia, nunca ha creído en ellas, siempre se ha opuesto a la segunda y eso explica lo que pasó con los gobiernos de Uribe.

De nuevo tengo que insistir en el diccionario. Cuando uno dice que la derecha siempre se ha opuesto a la democracia saltan todas las alarmas. ¿Qué es democracia? Los cobramasacres han estado organizados en torno al "Polo Democrático", y es que en Colombia cualquier palabra significa cualquier cosa y por eso los derechistas también son los genuinos demócratas. Ahí hay un ejemplo, luego todos lo niegan pero en 2000 era muy raro el que creyera en un candidato que corrigiera lo que hacía Pastrana. Los derechistas soñaban con golpes militares o con un triunfo de Castaño. Pero ¿cómo no lo van a negar? ¿Acaso hubo en los años treinta o cuarenta algún germanófilo en Colombia? ¿De qué partido habría sido el admirador de Hitler? (Hubo decenas de miles, que después se ocultaron.) Pero antes de eso, ¿hubo esclavitud en Colombia y gente que se oponía a abolirla? ¿De qué partido serían? Me lo acabo de inventar. Pero ¿ha habido racismo en Colombia? ¿Hay racismo aún? ¿Cómo son los derechistas respecto del racismo?

El ascenso de las bandas terroristas inquietó a algunos grupos poderosos que responden con el ideario tradicionalista, nunca han sido demócratas ni lo son ahora. Por eso ha sido tan fácil para Santos y los demás aliados del narcoterrorismo imponer su tiranía desde el poder, realmente no tienen resistencia. Es decir, una resistencia que defienda la ley y la democracia. Lo que surge ahora, aunque como minoría sin verdaderas perspectivas de éxito, es una derecha especular (de espejo, un reflejo de la "izquierda" narcoterrorista).

Los éxitos de Uribe en el combate con las bandas terroristas y en la recuperación de la seguridad agradaron a los derechistas, como a la inmensa mayoría de los colombianos. El que no se pensara en corregir la infamia impuesta por el narcotráfico en 1991 como constitución no los inquietaba demasiado porque no echaban de menos instituciones verdaderamente democráticas ni equidad ni ley, sólo un líder "pantalonudo" y "frentero" que combatiera a los terroristas y les permitiera volver a la finca (los que tenían finca). No tenían ningún otro proyecto de país que no fuera sacudirse la molestia del narcoterrorismo con un gobierno fuerte y enérgico. Todo lo que no hizo Uribe era sencillamente inimaginable, ¿para qué complicarse la vida controlando el adoctrinamiento en las universidades públicas? ¿Y reduciendo los privilegios increíbles de los funcionarios? ¿Y promoviendo una prensa independiente que no dependiera del Grupo Santodomingo ni de los López y Santos? ¿Y convocando una Constituyente legítima (la del 91 fue elegida por menos del 20% del censo electoral)? La derecha en Hispanoamérica no tiene ideas, sólo intereses. dejó dicho Octavio Paz.

En otras palabras, dado que la democracia colombiana es tan defectuosa, un demócrata considerará prioritario construirla. No lo van a hacer quienes no conciben que haya alternancia en el gobierno y en realidad aborrecen todas las libertades, pues lo que añoran es la Inquisición y la esclavitud de la época colonial. Y con Uribe llegó el mito y el icono. El sueño de un Videla o un Stroessner andino que acabara con el riesgo de que el poder cayera en manos de otros. Por eso no hubo NADIE que se inquietara por cambiar el engendro del 91 ni mucho menos que cuestionara el designio de Uribe de cambiar la ley cada vez que le convenía para quedarse en la presidencia (salvo los partidarios del narcoterrorismo). Si hubieran tenido más medios de presión que la oligarquía, Uribe seguiría siendo el presidente y también el candidato para 2018, con triunfo asegurado (aunque más probablemente habría corrido la suerte de Fujimori y el dominio de las FARC habría llegado antes). No recuerdo a UN SOLO DERECHISTA que no admita que es lo que le gustaría. La democracia, la ley... Lo dicho: sólo son mamertos al revés. La democracia es lo que los derechistas hispanoamericanos siempre han odiado y está en el origen del antiamericanismo, que durante todo el siglo XIX fue un rasgo de los conservadores y no de los progresistas (según recordaba el mismo Octavio Paz). Los antiamericanos de la Guerra Fría sólo encontraron en la retórica comunista el pretexto para mantener su viejo orden. Son los cubanos que descienden de los criollos y los oligarcas colombianos, son los derechistas triunfantes gracias a un disfraz eficiente.

Ahora los derechistas andan decepcionados con Uribe. Pero ¿no ha estado Santos más de siete años implantando a los terroristas como los amos de Colombia? ¿Cómo es que nunca hubo oposición a ese proceso de paz? Los derechistas no tienen ningún problema en premiar el crimen sino en verse desplazados del poder. Oponerse a la infamia de La Habana es cosa de quienes nos apartamos del uribismo desde 2010. ¿Alguien recuerda la campaña de 2014? ¿Alguien recuerda a un solo candidato a edil en 2011 y 2015 que se opusiera a que se negociaran las leyes con los terroristas? Para oponerse a esa infamia hay que creer en la ley y en la justicia y en la democracia. Los derechistas nunca echaron de menos esa oposición, sólo que no se dejara reelegir a Uribe.

¿ALGÚN DERECHISTA HA NOTADO QUE EN NINGUNA ELECCIÓN DE LAS CINCO QUE HA HABIDO DESDE 2011 SE HA CUESTIONADO LA NEGOCIACIÓN DE PAZ?


Como sé que nadie contestará, lo hago yo: ninguno. Los derechistas son tan enemigos de la democracia, la ley, la justicia, la libertad y los derechos humanos como los comunistas. Por eso no se lamentan de que el CD desistiera de defender el resultado del plebiscito, sólo de que aceptara a un candidato que no es un rabioso enemigo de los fumadores de marihuana ni un perseguidor del aborto.

¿ALGUNO DE LOS OTROS PRECANDIDATOS CONTEMPLABA LA POSIBILIDAD DE ANULAR LOS ACUERDOS DE LA HABANA?

Claro que no. A ese respecto son idénticos a Iván Duque, porque para oponerse realmente tendrían que apartarse de Uribe, y sin Uribe no son nada. ¿Cómo va a haber demócratas y defensores de la ley si por encima de los valores y las convicciones están los cálculos de éxito gracias a la popularidad de un señor en cuyo ideario no se cree? Los demás precandidatos también prometían modificar los acuerdos (ya verán cómo hasta Piedad Córdoba resulta descontenta) y sus seguidores no veían ningún problema porque siguen creyendo que el poder surge de componendas entre poderosos y no de la opinión de la gente, a la que se lleva a aprobar la infamia de La Habana, ya que sólo hace falta hacerle algunas mejoras. ¿Alguno de los precandidatos se inquietó cuando Rafael Guarín propuso "aislar" a los trastornados que pretenden invalidar los acuerdos de La Habana? No, ninguno. Comparten esos fines porque sólo necesitan la bendición de Uribe.

Por eso es disparatada la rabia con Duque. El que no apoya la infamia de La Habana no tiene por qué estar con Uribe, al menos desde 2011 se vio que no tenía ninguna intención de oponerse. Tampoco el señor Nieto se ha opuesto a "la paz", ni muchísimo menos, y todavía en 2015 le daba consejos al gobierno. Y dado que ningún partido elige a sus candidatos por encuestas de firmas ligadas a partidos rivales, ¿cómo es que no renunciaron a sus candidaturas? Al aceptar el procedimiento perdieron legitimidad para oponerse, pues la complicidad de Uribe con el acuerdo de La Habana no habría sido ningún problema si hubieran salido elegidos ellos.

El narcorrégimen se implantó en 1991 y ensanchó su poder durante el gobierno de Santos. Para acabar con él hace falta que haya demócratas. El conflicto de los derechistas con el mundo moderno y con la democracia los pone en el bando hostil, que a nadie le quepa duda.

No hay en Colombia un solo día en que no parezca que todo está a punto de perderse y que hace falta una decisión urgente (que obligue a sacrificar lo importante). Por eso no hubo en 2011 nadie que se planteara apartarse de Uribe: ¿no eran demócratas? Tener cualquier convicción comporta riesgos, no se puede soplar y sorber al mismo tiempo, defender la democracia y a la vez formar parte de la mayoría que sueña con abolirla. Tampoco la habrá ahora. Pese a que tiene todo el terreno abierto para presentarse como el defensor de la ley frente a la imposición de Santos y el narcorrégimen, el señor Ordóñez prefiere quedarse con su minoría angustiada porque hay tantos jóvenes que no van a misa, y no será nada más que un episodio pintoresco de la campaña de 2018.

OTROSÍ: En 2010 no sólo se eligió a Santos sino al Congreso. ¿Quiénes eran los candidatos de la derecha, que entonces era lo mismo que el uribismo? Roy Barreras, Armando Benedetti y muchos otros personajes que exhalaban y exhalan podredumbre. El partido que había creado Uribe, controlado por Santos para que los medios del clan fueran misericordiosos con el gobierno, era otra caterva de viejos politiqueros que no incomodaron a los derechistas, ya que la higiene democrática habría requerido que hubiera demócratas. ¿No era un asunto suficientemente serio que la lista al Concejo de Bogotá la encabezara en 2015 la hija de Angelino Garzón, hasta pocas semanas antes adversaria del uribismo y cuyo único mérito era su parentesco con el antiguo vicepresidente de la Unión Patriótica? Eso no lo hacía la izquierda del CD sino el CD, que surgió cuando todo el Congreso elegido por la derecha o uribismo se puso del lado del hampa. Dan risa y lástima los que lamentan la deriva del CD como si el CD no fuera simplemente el partido de Uribe, que mucho antes de su fundación rehuía cualquier negativa a negociar las leyes con las FARC.

(Publicado en el blog País Bizarro el 22 de diciembre de 2017.)

viernes, febrero 02, 2018

¿Quién es el tonto?


La reciente decisión de un juez de obligar al gobierno de la capital a cambiar el lema de su propaganda ha generado un gran revuelo en las redes sociales, y francamente ese revuelo me produce más alarma que el hecho mismo: la inmensa mayoría de los comentarios, muchísimos de tuiteros influyentes, aluden al hecho como una "nimiedad", una "tontería", etc.

Lo primero que hay que señalar, sin que necesariamente sea lo principal, es la potestad de un juez para hacer cambiar un lema publicitario: ¿qué ley señala que puede hacerlo? Ninguna, sólo la disposición constitucional que autoriza a los funcionarios a prescindir de la ley, la "acción de tutela", sobre la que tantas veces he escrito comentarios en este blog. Esa disposición es un rasgo cultural que aprovechan los totalitarios, pero que no tiene resistencia porque lo que no se entiende en Colombia es la necesidad de la ley (la tranquilidad con que Uribe y su combo cambiaban las leyes referentes a la reelección explica la cultura del país: ¿quién va a violar la ley cuando puede simplemente cambiarla?).

El hecho de que el crimen organizado siempre encuentre jueces que imponen su programa no remite, como creen tantos, a la "infiltración" de los comunistas en las universidades y en el poder judicial, sino a la esencia del país: la inclinación comunista de los profesores y estudiantes corresponde a sus "intereses de clase" y refleja sencillamente la incapacidad del país para asimilarse al mundo moderno. Todos son comunistas porque en un régimen como el cubano multiplicarían su poder, y porque al sumarse a la organización que tiene tan poderosos y ricos frentes armados prosperan, ascienden y hacen lo que les dé la gana. Como sus antepasados hace trescientos años.

Pero la "tutela" que presenta el narcoterrorista Alirio Uribe no es un capricho ni una tontería, como creen los tontos. Se trata del afán totalitario de dominar el lenguaje, sobre el que trata por ejemplo 1984, la famosa novela de George Orwell. Por una parte, la ingeniería social que impone cualquier cosa y obliga a los ciudadanos a someterse (como los días sin hombres de Mockus o la reciente ocurrencia de la alcaldesa de Madrid de crear vías peatonales de una sola dirección), por otra, la prevalencia de las decisiones funcionariales sobre las costumbres o sobre las autoridades lingüísticas. Por muchos que sean los que se burlan, la verdad es que la Alcaldía tendrá que incluir en su lema las "ideas" de la ideología de género, es decir, la propaganda totalitaria.

El sentido de esa propaganda es crear una discordia en la sociedad, buscando en la mitad de la población el sentimiento de agravio que los progresistas vendrían a remediar. ¿Dónde está ese agravio? En que la lengua admite palabras como "todos" para incluir a las personas de ambos sexos, con lo que no se tendría en cuenta la existencia de las mujeres. Para remediar esa grave carencia se violenta el lenguaje de toda la tradición literaria. Unos ignorantes ambiciosos y violentos borran de un manotazo las características del idioma común porque precisamente un lenguaje corrompido les permite asegurar su dominación. Una gente dispuesta a expresarse en una jerigonza recién inventada está impedida para entender lo que se concibió en otros contextos ideológicos, y de ahí para pensar, sólo recitará la propaganda, como de hecho ya ocurre con los egresados de las universidades colombianas.

Puede que muchos consideren con desprecio las "teorías de conspiración" que describen un esfuerzo por ese "lenguaje incluyente" y por la "ideología de género" en todas las izquierdas de Occidente, casi siempre relacionadas con el narcorrégimen cubano y sus satélites, o bien sometidas a su hegemonía ideológica (como ocurre con toda la socialdemocracia europea y con la mayor parte de los demócratas estadounidenses). Pero ¿cómo es que en todas partes ese tema es de rabiosa actualidad y que todos los partidos y personajes ligados a los herederos del comunismo insisten en ello? Es evidente la conjura y también el interés. Por una parte, buscar personas agraviadas a las que poder ilusionar con su misión redentora, por la otra, tener un pretexto para perseguir a los discrepantes.

La situación de sometimiento e inferioridad social de la mujer es un problema real y en gran medida el feminismo histórico tiene una gran validez en sus reivindicaciones. Hace apenas un siglo era un sueño que las mujeres votaran, y en las sociedades atrasadas de las Américas siguen imperando condiciones opresivas para la mayoría. Lo que no se puede esperar es que semejante estado de cosas lo vayan a remediar unos criminales cuyo historial de machismo es el peor, ni que se vaya a mejorar nada corrompiendo el lenguaje a partir de las conveniencias de esos criminales.

Los comunistas colombianos tienen un pasado esclarecedor en materia de machismo: Carlos Gaviria fue acusado de acoso a sus alumnas; Luis Eduardo Garzón nombró sólo alcaldesas menores, puestos en los que puso a sus numerosísimas amantes; Alfonso Gómez Méndez tenía una cama al lado de su despacho en la Fiscalía para evaluar a las candidatas a ascensos, y cuando se cometió el atentado contra Wilson Borja aparecieron en el hospital tres "esposas" diferentes del prócer. Por no hablar de la denuncia por maltrato contra el siniestro Antonio Morales Riveira ni de las infinitas violaciones de niñas por parte del servicio doméstico armado de los citados próceres. ¿Alguien conoce el medio universitario colombiano con sus innumerables historias de profesores-seductores que proveen buenas calificaciones a las alumnas complacientes? Es esa clase de gente la que promueve el "lenguaje incluyente".

Pero no se hace nada si la gente cree que todo eso es una nimiedad. Los que tal cosa proclaman hacen como los que se ponen piercings aparatosos en los labios o en la lengua o los que les ponen a sus hijos nombres de pila novedosos: sólo demuestran su indigencia intelectual. La destrucción de la cultura les parece una banalidad porque es algo que desconocen y desprecian. Y resulta que es por medio de esos embelecos como el crimen organizado recluta muchedumbres para su tiranía.

Pero es siempre volver a lo mismo: ¿cuándo hubo un solo candidato que propusiera desobedecer lo que acordaran los criminales en La Habana? ¿Cuándo un grupo de personas de cualquier clase se ha propuesto delimitar claramente el alcance de la "acción de tutela" o siquiera denunciarla como abolición de la ley? Eso no existe en Colombia, todos esperan que baste amar a un caudillo para que todo se remedie.

Y así seguirá ganando el crimen organizado, como ha ocurrido claramente en los últimos siete años.

(Publicado en el blog País Bizarro el 14 de diciembre de 2017.)